59. La gran traición.

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Jess 

El ansiado viernes ha llegado con fuerza. No llevo ni una hora levantada y siento a Maddie dentro de la cabeza jugando conmigo. No sé cuántas veces me ha dicho ya lo contenta que está porque haya "terminado" mi relación con Enzo. Madre mía si ella supiera que es por todo lo contrario. 

―Por favor, Maddie, no vuelvas a repetir su nombre, no quiero volver a escucharlo ―bebo un trago de café largo esperando su respuesta. 

Ella se queda pensativa y cuando la idea que buscaba se pasa por su cabeza, sus ojos se iluminan y suelta una sonrisa traviesa. 

―¿Quieres vengarte de los diablos? 

Dejo la taza a un lado y saco el mejor lado de actriz que tengo. Debería estar orgullosa de mí misma porque estos últimos meses me hubieran contratado para Hollywood. Cruzo lo brazos apoyándome en el respaldo de la silla. 

―¿Qué tienes en mente? 

Maddie niega con la cabeza y acerca su silla más a la mía. No conocía esta faceta suya. Puede que después de todo, Mike no la manipulara tanto y conmigo hubiera estado fingiendo todo el año pasado. 

―Necesito una respuesta, Jess. Sí o no. Así de fácil. Como comprenderás, aún tienes muchas cosas que probar. Has estado mareándonos y cambiando de bando como quien se cambia de bragas. Lo siento amiga, pero tienes que elegir. ―Apoya una mano en la mesa intimidándome un poco más ―. Por última vez, no habrá cambios que valgan. 

No me muevo de mi sitio, cuento mentalmente cualquier cosa para que mi respiración no se acelere ante la mentira que voy a soltar.

―Niños ricos. Es mi punto de partida y mi final.

―Esta tarde a las ocho salimos del apartamento. Ropa cómoda y nada de teléfonos móviles. ¿Me has entendido? 

―Seré toda tuya. 

Espero a que ella se levante, se vaya primero para que no piense que tengo prisa por nada porque si por mí fuera, estaría ahora mismo corriendo hacia casa de Enzo para trazar un plan. Sé que no le haría nada de gracia, igual que tampoco me la haría a mí si él estuviera en mi situación. 

Maddie desaparece de la cocina con la cabeza bien alta como si me creyera en su lado de verdad. ¿Se lo habrá tragado? Ahora mismo me espero cualquier cosa. Está claro que no podemos confiar en nadie. 

Oigo mi móvil sonar con una notificación entrante desde el mi habitación. Meto las tazas en el lavavajillas y empiezo a prepararme para ir a clase. Lo primero que cojo es el móvil y compruebo que es un mensaje de Enzo. 

Enzo: "El entrenador nos ha convocado hoy por la mañana. El partido de mañana es muy importante, no podremos vernos, florecilla".

Mierda. Las cosas no tenían que salir así. Pienso rápido una solución, pero no la encuentro. No veré a Enzo en clase y seguramente pase toda la tarde con los chicos de hockey preparando el partido de mañana. 

No me queda más remedio que irme a clase con Maddie y Mike, es hora de poner a prueba mi lealtad. Por eso cuando llego a la Rivalry no me separo de ellos en todo el día, entre clase y clase los busco por el pasillo y durante la comida, algunos diablos me lanzan miradas de desaprobación. Lo entiendo perfectamente. La que no ha venido a clases es Tammy. ¿Dónde demonios se ha metido?

Cuando acaban nuestras clases me separo de los niños ricos diciendo que voy a la biblioteca a estudiar antes de vernos a las ocho. Los dejo en el parking y yo tomo el camino que lleva a la biblioteca, pero que también conduce a la pista de hockey. Al llegar allí, algunos del equipo están en las gradas charlando animadamente y otros en el hielo donde se encuentra Enzo patinando de un lado al otro. Me asombra verlo moverse tan rápido con lo grande que es. 

Un Pacto Con El DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora