Capítulo 17

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Capítulo 17

Me encuentro a Kleyer en el mismo sitio de siempre en la biblioteca. Como no acostumbraba a ver a nadie por aquí más que a Lara, en mi mente ya he atribuido esa silla como suya. Levanta la vista en cuanto pongo un pie en la sala y me sonríe con ternura. Se le veía muy enfrascado en su lectura, me sabe mal interrumpirle, pero quiero compartir con él los últimos acontecimientos.

—¿Qué tal con tu abuela? —me pregunta, cuando me acerco y tomo asiento frente a él.

No se me pasa por alto la dulce mirada con la que repasa cada facción de mi rostro, como si quisiera memorizarlas. Carraspeo para apartar esos pensamientos tan incómodos y procedo a relatarle lo ocurrido.

—Nos ha pillado, estaba mirando por la ventana para ver si venía de una vez por todas y nos ha visto juntos.

—¿Y quién le has dicho que soy?

—El proveedor de velas de la Iglesia —digo, y me carcajeo en cuanto lo hago—. Me he tenido que inventar que nos hemos hecho amigos porque te has pasado media época de celo viniendo a reponer velas para nuestros rezos, de ahí el abrazo —explico.

Él se ríe.

—Le he dejado bien claro que estás castrado —añado.

—Pero... ¿y por qué no le has dicho que soy carnicero, como a la Madre Fahmy? Voy a tener que empezar a apuntarme la historia de cada uno de mis alter ego, para acordarme de todo.

—No te preocupes, la Madre Fahmy y mi abuela jamás han hablado, más allá de cuando me trajo a la Iglesia para iniciarme en el sacerdocio, no se descubrirá nuestra pequeña mentirijilla. Es que mi abuela se conoce muy bien la ciudad, incluidas todas las carnicerías, la mentira iba a durar poco —suspiro.

—Ya veo —cierra el libro y lo deja a un lado de la mesa, para atenderme en la siguiente pregunta—. ¿Y bien? ¿Por qué querías ver a Adranne el otro día? —su tono de voz se vuelve más tenso y grave, lo que provoca que un escalofrío me recorra toda la espina dorsal. Por un momento, la extraña sensación me distrae y no soy capaz de juntar una letra con otra, hasta que él me insta a hacerlo con la mirada y yo me obligo a centrarme. Estas extrañas... emociones... pueden esperar.

—Su madre viene de la Iglesia de sangre —le cuento, y procedo a narrarle por encima la historia que él no conoce, cuando las acogimos en el templo y Tam me contó que la habían echado de su propia Iglesia por haber engendrado una hija—. Así que quiero ir a hablar con ella. Fui a comentárselo a Adranne para ver si le parecía bien, y me dijo que podría hablar con ella mañana.

Veo que Kleyer frunce el ceño. Lo achaco a la sorpresa por no haber conocido hasta el momento esta parte de la historia.

—Tenemos a una antigua sacerdotisa de la Iglesia de sangre en Tennesis, Kleyer —insisto, por si no ha captado la parte positiva del asunto.

—Ya, ya, te he escuchado —dice, echándose hacia atrás en la silla y apoyándose en el respaldo, pensativo. ¿Por qué no parece alegrarle?

Me lo quedo mirando, extrañada, esperando que me dé alguna explicación del por qué de su ceño fruncido pero, al ver que no lo hace, acabo añadiendo:

—¿Vendrás conmigo?

—¿A hablar con Tam?

—Pues claro.

—¿Estará Adranne? —me pregunta.

—Pues... no lo sé, supongo que sí. Es su madre, ahora viven aquí, le interesa tanto como a mí o a cualquier otro lo que vaya a pasar con nuestra ciudad y nuestra Iglesia.

—Iré —confirma, con un duro gesto de cabeza que va repitiendo de forma paulatina hasta detenerse.

—¿Estás bien? —pregunto, sin comprender el por qué de su extraño comportamiento.

—Perfectamente —pero no lo parece, sus labios apretados forman una delgada línea el uno contra el otro y su pierna derecha ha empezado a sacudirse con nerviosismo—. ¿Cómo ha reaccionado tu abuela a mi existencia? —pregunta entonces, provocando un cambio de tema de una forma muy poco disimulada.

Lo miro con las cejas levantadas durante unos segundos en los que espero algún tipo de aclaración sobre su intranquilidad, pero no la obtengo, así que le sigo el juego.

—Bueno, digamos que... no tiene una opinión clara respecto a ti.

—¿Qué quiere decir eso?

Suspiro, nada convencida con la idea, antes de añadir:

—Quiere conocerte.

Tierra de huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora