Capítulo 53Corro subiendo y bajando las colinas, intentando abrirme paso a través de los charcos de lodo profundo que se forman entre las lomas. Las botas se me llenan de barro hasta casi la rodilla, provocando que cada vez me cueste más trabajo movilizar las piernas, pero insisto en hacerlo. Un pie delante del otro, un pie delante del otro. Tam y Seanet se han rendido, Kleyer está fuera de sí, tengo que hacer algo con el ladrón de gemas, su delito no puede quedar impune.
Por la dirección en la que nos ha atravesado la corriente eléctrica cuando estaba en la cabaña, deduzco que el ladrón se está dirigiendo hacia el bosque. Desconozco el motivo, pero puede que sea en busca de protección, ya que dudo mucho que los humanos de la Tierra de sangre se atrevan a poner un pie en territorio de cambiantes en los próximos días, al menos hasta que se hayan instalado adecuadamente en su nuevo territorio de conquista.
Avanzo a grandes zancadas, luchando contra las raíces y ramas caídas, la hojarasca, el lodo y el agua de la lluvia. Atravieso la primera fila de árboles y me interno en territorio de serpientes. No dejo de correr mientras recorro tierras de mi clan, a pesar de que, en el camino, me encuentro con algunos curiosos que habían salido a pasear y que se detienen, boquiabiertos, al ver a su princesa en estas condiciones. Las ramas más bajas de los árboles y matorrales me van golpeando el cuerpo, dejándome rasguños y cortes en la cara y en los brazos. La torpe trenza que me había hecho esta mañana para apartarme el pelo de la cara ya no es más que un nido reseco y repleto de nudos. No obstante, paso al lado de mis súbditos sin siquiera mirarlos, tengo que llegar a donde quiera que vaya el ladrón.
A pesar de que me encuentro fuera del escudo, pues el portador de las gemas todavía debe de ir bastante terreno por delante de mí, lo siento cerca. Esa electricidad estática no es habitual en el bosque y cualquiera que viva en estos terrenos probablemente tenga ahora la piel de gallina debido a su efecto.
Mis instintos no me fallan, en cuestión de minutos termino por sentir la descarga eléctrica propia de un escudo divino. Estoy bajo la protección de la cúpula, lo que quiere decir que el ladrón va más lento que yo, y también que por fin sé a dónde se dirige.
No me hace falta husmear el ambiente para darme cuenta que he atravesado la frontera que nos separa del clan de los lobos. Debería estar asustada o, al menos, preparada para un posible ataque, pero me encuentro bajo el escudo del Dios de huesos y sé lo que eso significa, que prácticamente ningún ser vivo de este bosque va a acercarse a mí.
El ladrón de gemas sabía lo que hacía cuando las robó. Si lo que pretendía era llegar al corazón del bosque, no se le pudo ocurrir mejor método. La mayor parte de los cambiantes temen a los dioses. Si tan sólo se diesen cuenta de que el escudo no es más que una corriente eléctrica...
Sacudiendo la cabeza, aprieto el paso. Ya no sólo detecto la electricidad del escudo a mi alrededor, sino que pronto empiezo a percibir un olor peculiar, aunque curiosamente familiar. Intento seguirlo a pesar de la lluvia, lo que requiere más esfuerzo de lo que pensaba, pero no cejo en mi empeño. Pronto me doy cuenta de hacia dónde voy, el ladrón me está llevando de cabeza al campamento de los lobos. La pregunta es, ¿por qué?
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Tierra de huesos
FantasyAura es sacerdotisa en la Iglesia de huesos. Su abuela la introdujo en el sacerdocio para protegerla de los hombres, pues en época de celo, lo único que puede garantizar la seguridad es la Marca de fe. Pero, un día, un curioso muchacho irrumpirá en...