Kleyer
Capítulo 7Los siguientes dos días me dedico a estudiar el templo desde la lejanía. A lo largo de la jornada suele haber bastante movimiento en las zonas exteriores. Las sacerdotisas tienen un enorme huerto que regar casi a diario y un corral lleno de animales que limpiar, alimentar y de los cuales recoger sus excrementos para abonar, a su vez, el huerto. El alba y el anochecer son mucho más tranquilos, sin embargo. Una vez las sacerdotisas entran al edificio para cenar, ya no vuelven a salir a la calle ni al pasillo hasta la mañana siguiente, con lo que el acceso a la biblioteca es mucho más sencillo. O lo sería, si su puerta no estuviese cerrada a cal y canto, y si una de ellas no estuviese merodeando por los alrededores. Aura. Parece que, desde que sabe que estoy aquí, tiene fijación por ese portón. Como si me estuviese retando a acercarme y poder así denegarme la entrada.
Por eso paso los siguientes días analizando la Iglesia, sin acercarme demasiado como para ser visto. Tampoco quiero llamar especialmente la atención hasta que no se relajen los humos después de lo que pasó el otro día con los dos hombres. He evitado aproximarme a la ciudad por si acaso, pero en algún momento tendré que hacerlo. Si ella ha hablado con las guardas, quizá debería entonces cambiar de aspecto, para disimular un poco. Aunque el muñón... poco se puede disimular. Si tan solo pudiera entrar a esa biblioteca y hacerme con los libros que me interesan...
La mirada escudriñadora de Aura interrumpe mi pensamiento. Me agacho todavía más detrás de uno de los arbustos del jardín y sigo vigilando entre las ramas. Contengo la respiración unos instantes, confiando en que la oscuridad de la noche y que su poco adaptado ojo humano no me hayan visto. Tras unos segundos, la sacerdotisa reanuda su marcha pasillo adelante. Me parece verla suspirar, como si algo la hubiese decepcionado. Sacudo la cabeza, deben de ser imaginaciones mías.
Aprovecho que se ha alejado para acercarme a la puerta de la biblioteca saltando desde el jardín al corredor. Sé que no tardará en volver, he estado evaluando su comportamiento las últimas jornadas, pero me dará tiempo suficiente como para analizar la resistencia de la puerta. Asegurándome de que Aura no anda cerca, coloco la oreja sobre la superficie del portón y doy un par de toques suaves. Parece bastante robusta, quizá de cuatro o cinco dedos de grosor. Repaso la madera con la yema de los dedos y la encuentro áspera. Mis instintos más primarios esperan una respuesta al otro lado, ya que el tacto de la puerta es el mismo que el de un árbol vivo. Pero no, la puerta no me responde, es un ser inerte, un árbol que fue y ya no es.
Suspirando, coloco los brazos en jarras. Para romper esta puerta necesitaría un buen hacha y probablemente necesitase de muchos golpes para abrir un agujero lo suficientemente grande como para entrar yo. Eso traería dos graves problemas. El primero, que las sacerdotisas se despertarían y acudirían a ver qué pasa. Y el segundo, que, si lograse entrar en la biblioteca, tendría que robar los libros que me interesasen, porque el agujero en la puerta dejaría bien claro que alguien ha entrado por la fuerza. Ya no podría dedicarme a buscar libros que hablen sobre La iluminación con tranquilidad, tendría que coger lo primero que encontrase y huir.
Un tintineo a mi lado me hace pegar un respingo. Instintivamente, miro hacia ambos lados del pasillo, pero no hay ni rastro de Aura. A mis pies, sin embargo, espera Diwi. El espíritu de ojos negros me mira desde su medio metro de altura. No parpadea, pero en el fondo de esa mirada oscura veo el brillo de la curiosidad. Debo de caerle bien, porque si no ya estaría gimiendo y ronroneando, como le escuché hacer el otro día.
Me llevo un dedo a los labios para indicarle que no haga ruido, pero no sé si lo entiende. En todo caso, al cabo de unos segundos, continúa su camino por el pasillo haciendo el mismo ruido que un manojo de llaves en un bolsillo. Y entonces lo veo claro, las llaves. Tengo que hacerme con la llave de la biblioteca. Eso es algo más fácil de robar y seguro que tienen más de una en la Iglesia. Aura podría despistarse una noche y haberla perdido, pero el problema se solucionará utilizando otra de las que tienen. Eso es.
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Tierra de huesos
خيال (فانتازيا)Aura es sacerdotisa en la Iglesia de huesos. Su abuela la introdujo en el sacerdocio para protegerla de los hombres, pues en época de celo, lo único que puede garantizar la seguridad es la Marca de fe. Pero, un día, un curioso muchacho irrumpirá en...