Capítulo 23

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Kleyer

Capítulo 23

—¿Ya has hablado con ella? —me pregunta Adranne, en cuanto pongo un pie en la casa.

—Sí, pero no ha creído todo lo que le he dicho.

—¿Qué quieres decir? —la serpiente se gira hacia mí, alterada—. No habrás puesto en peligro nuestro plan.

—No, no sabe nada de vosotras, pero.... es que mi relación con ella se ha construido sobre mentiras, me duele tener que mentirle más.

—Tú empezaste con esas mentiras, Kleyer, esta sólo es una más. Además, piensa que es por su bien, para evitar la guerra —continúa ella, mientras introduce algunas prendas de ropa en el macuto de Tam.

—Ya, pero... a este paso, la voy a alejar de mí antes de que la guerra siquiera haya empezado —murmuro, dejándome caer sobre uno de los taburetes de la casa.

Tam irrumpe de súbito desde la calle, cerrando tras de sí a la velocidad del rayo.

—¿Ya estás aquí, Kleyer? ¿Tienes todo preparado? —dice, acercándose al improvisado salón.

—Sí, pero... me dijisteis que saldríamos en unos días, ¿no?

—Es mejor salir esta noche.

—¿Por qué?

—Traigo noticias —Tam se acerca a nosotros y deja caer un folleto amarillento sobre la mesa.

En el panfleto aparece el dibujo de una madre con un bebé en brazos. Unas letras gruesas anuncian: «cada niño es una oportunidad de hacer nuestro el don. El don nos pertenece, ellos nos pertenecen».

—¿Qué es esto? —mascullo, dándole la vuelta al papel, pero por el reverso no se añade más información.

—Creo que con esto podemos hacernos una idea de cuándo van a venir aquí —alega Tam, mirando a la serpiente.

—¿Por qué? —pregunto yo, alarmado.

Las dos me miran, parecen molestas por tener que explicármelo todo.

—Oye, vosotras sois las que me ocultáis información. Aún no me habéis dicho por qué buscan a humanos con el don —me defiendo.

—Es obvio, Pelusilla —farfulla Adranne, dejándose caer en el taburete al lado del mío y cogiendo el panfleto para examinarlo—. Las personas con el don tienen el poder de quitar y devolver la vida, es un arma muy poderosa para tener entre tus filas en una guerra.

—Ya, pero, ¿y qué quiere decir este panfleto?

Adranne repasa el dibujo de la madre con el bebé entre sus brazos.

—Pensábamos que tendríamos más tiempo, pero puede que no sea así. El embarazo de una hembra humana dura seis meses, ya llevamos uno desde la época de celo, con lo que nos quedan cinco —explica.

—¿Cinco para qué?

Adranne me enseña el folleto, donde la madre del dibujo sonríe a la silueta grafiada de su niño. «El don nos pertenece, ellos nos pertenecen».

—Es un texto muy rebuscado —murmuro, entendiendo por fin lo que quiere decir—. Me estáis diciendo que quieren a todos los niños que vayan a nacer de esta temporada de celo, ¿verdad? —me llevo las manos al rostro y lo hundo en ellas. Mi mente no entiende cómo es posible que el ser humano pueda llegar a hacer cosas como estas, no lo concibo.

Tierra de huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora