Siete años antesKleyer
Capítulo 1Respiro de manera rápida, al borde de la hiperventilación, y me agazapo un poco más. Agudizo el oído, pero no escucho nada más que el trinar de los pájaros y el susurro de las ramas del bosque al balancearse con la brisa. No obstante, sé que están cerca, me lo dice en la piel la conexión que tenemos todos nosotros por formar parte del mismo clan.
Vuelvo a respirar. El crujido de una rama en la lejanía me llega hasta los oídos. No tengo la audición tan fina como mis compañeros porque todavía no he llegado a esa fase que muchos conocen como La iluminación, una especie de trance espiritual que se produce días u horas antes de que tus dos almas se separen por completo. Muchos compañeros me han hablado de ello últimamente, percibían que ese momento se acercaba, por eso precisamente hacemos este ritual, porque el cambio se estimula con la presencia de la naturaleza en una noche de luna llena. Escucho más crujidos y me agazapo todavía más.
No vamos a hacernos ningún mal, todos somos familia, pero la idea es estimular a los jóvenes con un juego como este, el de la caza. El objetivo, un ciervo. Aunque de normal trabajamos en equipo, los jefes nos exigen individualidad en esta prueba, de manera que podamos llevar al límite nuestras propias capacidades y así alcanzar el estado final de La iluminación. La verdad sea dicha, yo no he sentido nada, ni horas, ni días antes, ni en ningún momento de mi vida.
Sé que mis padres están decepcionados con ello. Mi madre lo disimula mejor, pero mi padre no puede con ello. Soy su primogénito y el único de mi generación que todavía no ha dado muestras de estar transformándose. Soy más humano que nadie y a ellos, eso les revuelve las tripas.
Nuestra forma humana nos vale para muchas cosas, nos permite fabricar herramientas, pensar con racionalidad, comunicarnos de manera más compleja... pero la parte animal es otra, es la superviviente, nos da calor cuando hace frío, alimento cuando tenemos hambre, pues es más fácil matar con garras que tener que recurrir a cuchillos o espadas, nos da fuerza. El alma humana es la parte más débil que tenemos.
Avanzo con cautela, camuflándome detrás de los troncos de los árboles. Podré ser débil, pero estoy más entrenado como humano que cualquiera de mis otros compañeros, que han centrado sus entrenamientos en sacar a la bestia de su interior. Doy dos pasos y me coloco detrás del siguiente árbol, así sucesivamente. La arboleda es espesa, pero en los resquicios por los que se cuela la luna llena, parece casi como si fuera de día. Intento evitar esas zonas. Aunque solamente es un juego, está permitido cierto grado de violencia con tal de dejar atrás a tu contrincante.
A mi lado, una nube de pelo gris cabalga bosque adentro como una exhalación. No me ha percibido, pero yo la identifico, es una de mis compañeras de clase, Ofíah, a quien no soporto, siempre quiere ser la primera en todo. Al pasar otra nube de pelo por mi lado y verme algo expuesto, empiezo a trepar por uno de los árboles y decido desplazarme de rama en rama, como los monos.
Mi padre no soporta a los monos, esa manera que tienen de desplazarse por la naturaleza, como si la gravedad no fuera con ellos. Según él, es un comportamiento de cobardes, a mí me parece de lo más útil, una completa ventaja evolutiva.
No vuelvo a ver ninguna sombra corriendo por el bosque, pero yo continúo mi camino en silencio. Los ciervos no son tontos, saben percibir a sus depredadores, pero a un humano... puede que de un humano no sospechen tanto, sobre todo si se mueve por encima de sus cabezas.
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Tierra de huesos
FantasiaAura es sacerdotisa en la Iglesia de huesos. Su abuela la introdujo en el sacerdocio para protegerla de los hombres, pues en época de celo, lo único que puede garantizar la seguridad es la Marca de fe. Pero, un día, un curioso muchacho irrumpirá en...