Capítulo 62*En este capítulo se incluyen escenas que pueden herir la sensibilidad de algún lector*
Transcurren cerca de veinte jornadas en las que siempre repito la misma rutina. Me levanto, ato a mis compañeros de casa, me visto con la armadura y salgo hacia la casa germinadora para iniciar mi jornada laboral. Ya me ha aprendido los pasillos y estancias más importantes, de manera que me muevo con soltura en el interior del edificio. Le he pedido el cambio varias veces a algunos de mis compañeros, rotando siempre entre las habitaciones de los tres hombres que me dijo el anciano aquel día, Kulman, Tefeo y Vassan.
En estos días, he visto y oído muchas cosas malas, pero siempre he procurado mantener la boca y ojos cerrados. No puedo taparme los oídos sin que se vea desde fuera, pero todas las veces desearía poder hacerlo. Los llantos de ellas y gemidos de ellos me acompañan en las pesadillas que no me dejan conciliar un sueño tranquilo en estos días.
Ya conozco a los clientes a los que estoy a cargo. Kulman es un hombre muy gordo, calvo y de aliento pestilente, que no se levanta hasta bien entrada la mañana. No suele pedir chicas hasta pasada la hora de comer, lo cual me deja prácticamente toda la mañana contemplando cómo ronca bajo el dosel de su lujosa cama. Suelo evitar ir a su habitación, pero no puedo dejar de hacerlo de vez en cuando, porque le gusta innovar con las chicas y cualquiera de las nuevas puede ser mi Aura.
Vassan es un hombre muy limpio y callado, pero que debe de tener más años que los tres dioses juntos. Anda muy erguido, siempre peinándose los tres cabellos grisáceos que nacen del centro mismo de su cráneo, pero tiene la piel tan arrugada como las uvas pasas. Toma una infusión de hierbas que pide especialmente para él a cocina todas las mañanas. Creo que se trata de una bebida afrodisíaca y potenciadora que tiene como objetivo mantenerlo activo y enérgico durante toda la mañana, de la que no paran de entrar y salir chicas de su habitación. Para mi gran alivio, le gustan dos especialmente, que a veces llegan a pasar hasta cuatro veces en el mismo día, pero ninguna de ellas es Aura o Graciella.
Tefeo, no obstante, es un hombre curioso. Le gusta mucho hablar. Siempre está leyendo en voz alta, o mirando por la ventana recitando poesía para sí mismo. Cuando no está germinando o haciendo alguna de esas otras cosas, busca darme conversación a mí. El primer día le respondí con monosílabos, pero a partir del segundo dejé de hacerlo, cuando Roy me dijo que los soldados no hablaban con los clientes. Si les damos conversación, puede que se olviden del por qué están aquí y disminuya su demanda de chicas, lo cual no le sale rentable a la casa germinadora, porque se paga por germinación.
A Tefeo le gusta variar en las chicas que pide, pero le gustan más las que son más mayores, es por eso que tampoco suelo venir mucho a su habitación. Tanto Aura como Graciella son demasiado jóvenes para sus fetiches, quizá porque son demasiado inexpertas e ingenuas. A él le gusta hablar con ellas primero, saber quiénes son y qué hacen, las mujeres más experimentadas a veces responden a sus preguntas, quizá porque están más que acostumbradas a estas situaciones. Por lo que he visto en otras habitaciones, las muchachas más jóvenes se limitan a llorar durante todo el tiempo que dura la germinación. No me extraña. Cada vez que los veo cometer tal sacrilegio, tengo la urgente necesidad de sacar la espada y hundírsela en el abdomen, pero la imagen de mi hermana y Aura encerradas en esas mazmorras me disuade de hacerlo. Entonces decido perderme en los bonitos recuerdos que tengo con ellas, tratando de olvidar el horripilante acto que se está llevando a cabo a sólo unos metros de mí. Por suerte para mí, ninguna de las mujeres ha dado problemas, no me siento capaz de tener que retenerlas para que sean sometidas a tal humillación.
Un día en que me encuentro en la habitación de Tefeo porque ninguno de mis compañeros ha aceptado un cambio, observo que se le ve más inquieto de lo normal. Nos aproximamos a la hora en la que se produce el cambio de guardia, hora a la que ya ha pasado por tantas mujeres que lo único que hace es pedir que le corran las cortinas para poder morir en paz, por eso me extraña su actitud de hoy.
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Tierra de huesos
FantasiAura es sacerdotisa en la Iglesia de huesos. Su abuela la introdujo en el sacerdocio para protegerla de los hombres, pues en época de celo, lo único que puede garantizar la seguridad es la Marca de fe. Pero, un día, un curioso muchacho irrumpirá en...