El viento soplaba sus rizos dorados moverse con ritmo; los rayos del sol golpeando su rostro; y aquella hermosa voz recitando su canción, Kara se había transportado a un mundo de ensueño.
Era como el canto de una sirena capaz de encantar a cualquier marinero. La suave melodía que se escapaba de aquellos rosados labios te atrapaba.
Abriendo sus ojos, Kara soltó un suspiro de paz. Estaba feliz, ahí tenía todo lo que había soñado antes de que su mundo se derrumbara y quería permanecer ahí para siempre.
Kara se encontraba sentada en el pasto con Ken en su pecho, acariciando los mechones castaños del cabello de su pequeño. Mientras Lena cantaba con Kalel en su pecho.
Cuando los ojos azules de Kara se posaban en Lena, suspiros se escapaban de sus labios. La ojiverde se veía simplemente radiante, sus ojos tenían un brillo especial y aunque su mirada reflejaba tristeza, ese brillo lo hacía pasar casi desapercibido. El cabello de Lena estaba completamente suelto y ondas de cabello azabache caían por sus hombros y espalda. Además, Lena traía un perfecto vestido casi tan blanco como la nieve. Tan hermosa que hacía doler el corazón de Kara.
Tan pacífico y precioso, se sentía completamente segura en ese lugar. Era un paisaje maravilloso, casi irreal; junto a cuatro de las personas que más amaba. ¿Qué más podía pedir?
Sintiendo el suave cabello de su hijo enredarse en sus dedos, Kara bajo la mirada encontrándose con el pequeño quien no despegaba la mirada de su otra madre que recitaba la preciosa canción kryptoniana que les pertenecía solo a ellos. '
Durante mucho tiempo se imaginó así con Lena, solo ellas dos junto a sus hijos. Era como una fantasía hecha realidad y su corazón se retorcía de felicidad.
-Quisiera que esto fuera real- susurró Kara pasa si misma.
-Es real, yeyu- Ken miraba a su madre con una sonrisa.
Kara le dio una pequeña sonrisa besando con suavidad la frente del pequeño. Ken y Kalel eran como ella siempre se los había imaginado; pequeñas copias de Lena, tan dulces y con un corazón enorme como la misma Lena, incluso tan inteligentes como la ojiverde. Eran simplemente perfectos.
Amaba a su hija Astra y adoraba el parecido que tenía su hija con ella; desde los característicos ojos azules de su familia, como aquella sonrisa algo torcida. Su hija no era menos perfecta que sus otros dos hijos.
Podía imaginárselo, el formar una familia con sus tres hijos y aquellas dos hermosas mujeres que tenían una parte de su corazón. Y por más descabellada que fuera esa idea, en la mente soñadora de Kara aquello realmente podría funcionar.
Sin embargo, ella también sabía perfectamente que esa idea no era más que una completa locura. Ni siquiera estaba segura de cómo reaccionarían Ontari y Lena al conocerse por primera vez y le aterraba la idea de presentarlas; ambas mujeres eran tan fuertes, inteligentes y competitivas e incluso en cierto grado posesivas.
La idea de lo que le esperaba cuando despertara del sueño en el que se encontraba atrapada le aterraba, por eso su deseo de permanecer ahí parecía más viable.
-Tienes que regresar, yeyu- Kara asintió escuchando a su pequeño – Mamá te necesita.
Kara miro a Lena a su lado y extendió su mano tomando la de Lena. La mano de la ojiverde se sentía tan cálida y se preguntaba si está podría sentirla.
-Lo sé- Kara apretó mas el cuerpo de Ken al suyo –Pero no puedo dejarte aquí, no quiero hacerlo.
-Está bien, yeyu- Ken jugo con los dedos de las manos de su madre.
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Product Of The Union (SuperCorp)
FanfictionSinopsis. Cuando creemos que todo será perfecto, que nada arruinara lo maravilloso que es nuestra vida en ese momento, nuevos secretos llegan, trayendo con ellos dolor y perdida. ¿Qué tan dispuestos estamos para sacrificar nuestra felicidad por las...