Capítulo 24 No puedo perdonarte

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Una de las cosas más estúpidas que puede hacer una persona es rendirse después de una larga lucha por lo que deseamos.

Todos alguna vez hemos trabajado mucho por conseguir algo, ya sea una meta profesional o personal; nos esforzamos demasiado por lograr nuestro objetivo que terminamos dándolo todo y nos quedamos sin nada.

Después de una larga batalla creemos que lo hemos logrado y estamos tan felices que no nos importa nada más, hasta que llega alguien a robarse todo lo que habías conseguido. Frustración, enojo, tristeza, desilusión. ¿Qué es lo que sentimos al ser frustrados de esa manera?

Mon-El había hecho todo lo que tenía en sus manos. La protegió, cuidó y trató como una reina; cada vez que tuvo oportunidad aprovecho de esta para que la ojiverde se enamorara de él. Ahora parece que todos sus esfuerzos fueron en vano, pues solo basto unos minutos con la kryptoniana para que Lena volviera a estar a los pies de Kara.

¿Molesto? Por supuesto que lo estaba, pero también se sentía decepcionado, pues Lena le demostraba que nunca tendría una oportunidad a su lado.

Al daxamita no le preocupaba Kalel, sabía que el niño lo adoraba y si él le explicaba que amaba a su madre y solo quería estar a su lado para protegerlos a ambos, el pequeño acabaría aceptándolo con el tiempo.

Entonces, si Kalel no era un obstáculo, ¿Cuál era? Él estaba consiente que ya tenía a Lena en la palma de su mano, solo bastaba un poco más de intentos y la ojiverde habría aceptado estar con él.

Solo quedaba una sola razón por la cual seguía sin ganar esa lucha por el amor de Lena, pero su orgullo le impedía verla como un obstáculo.

-Dame otro- dijo Mon-El al cantinero.

Habían pasado un par de horas desde que el daxamita salió furioso del departamento de Lena y se dirigió a su bar favorito de Central City.

Durante su tiempo en el departamento tuvo que aguantarse escuchar como la ojiverde defendía a Kara de Alex, mientras la rubia se encontraba en la habitación del Kalel, la cual el mismo Mon-El había ayudado a decorar, junto al pequeño y su madre.

"Ella merece ser parte de su vida" Aun escuchaba la voz de Lena soltar esas palabras. Mon-El bufó recordando el momento. Para él, Kara no merecía absolutamente nada, ni siquiera estar cerca de Lena y Kalel.

-Yo lo merezco- aseguró Mon-El tomando su trago- Yo soy el que debería estar ahí jugando con Kalel y riendo con Lena.

Lo que hizo explotar la furia de Mon-El haciéndolo irse rápidamente de allí, fue el hecho de que Lena pareciera ser feliz teniendo ahí a Kara, como si su vida hubiera vuelto a ella.

-Mierda- Mon-El golpeo la barra haciendo un hoyo en la madera.

-Oye- el cantinero lo llamo- Vas a tener que pagar por eso.

El daxamita solo rodo los ojos y llevo sus manos a la cabeza, estaba bastante frustrado. En la entrada del bar un hombre reconoció a Mon-El en la barra y se acercó a él.

-El niño bonito está aquí- dijo sentándose a su lado- Creí que estarías en National City con la sexy Luthor.

-No estoy de humor, Mick- Mon-El bebió de su trago.

-Vaya, ¿Luthor te ha negado de nuevo tener sexo?- preguntó Mick pidiendo una cerveza.

Mon-El solo gruño, evitando contestar la pregunta de Mick. El hombre calvo notó la acción y sonrió con burla.

-¿Qué ha sucedido, niño bonito?- Mick lo miro atento- Tiene que ver con el regreso de la prima de Superman- Mon-El apretó los puños al escucharlo- Claro que es por eso.

Product Of The Union (SuperCorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora