Capítulo 6 -La amistad de Betty y Armando

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   Beatriz sonrió con su boca plateada al ver que Armando era el cliente especial. Armando le devolvió la sonrisa, con una sonrisa con hoyuelitos. Luego que el jefe los dejó solos, Betty le habló que este fue el único lugar que la aceptaba, pero que estaba contenta, porque ahí era asesora y no secretaria, pero que lastima que solo trabajaba medio tiempo. Luego hablaron de la constitución de la empresa que Armando pretendía crear, capital inicial, sede y demás.

   ¿Por qué en lugar de crear una empresa fantasma, no pagas impuestos, haces inversiones y todo como una empresa regularizada y real?

-Ay, no sé, no entiendo este tema económico.

-Puedo ayudarte, solo trabajo medio tiempo aquí...

-¡Si puedes hacer esto por mí! -Armando toma sus manos, mirándola profundamente a los ojos de ella.

-Er, er... Por supuesto, yo-yo puedo ayudarte. –Betty tratando de no mirarlo a los ojos.

-Puede que te pague poco al principio, pero luego aumentaré tus ganancias.

-Todo bien. Ojojo ¡Si no fuera por usted, doctor, todavía yo estaría desempleada!

-Pero, ¿dónde haría usted este servicio para mí?

- ¡Hay una computadora en mi casa!

-Bien entonces. ¿Y podemos poner mi apartamento como sede oficial?

-¡Eso es lo que yo iba a preguntarle!

   Tardaran una semana en reunir los documentos necesarios para abrir la empresa, a lo que llamó Terramoda. Después de ese día y con la firma abierta y todo montado en la cámara de comercio, los dos empezaron a verse todas las semanas. Hablaban sobre la empresa, las inversiones, sus puestos de trabajo y el mercado. Era de las pocas personas que hacían Armando sentírse cómodo hablando, pues Caldeirón sólo sabía hablar de los pechos de las mujeres con las que pasaban la noche, y ahora que no trabajaban juntos, rara vez hablaban de la empresa. Mario no quería verlo sufrir, pues Daniel, estaba teniendo mucho éxito en la gestión de la empresa y en su opinión, contrario a lo que pensaba Armando, no quería dividir y vender la empresa.

    Mientras esto, en la casita de Palermo, los dos trabajaban codo a codo en la computadora de Betty. De vez en cuando, Hermes compartía sus consejos sobre cómo proceder en el mundo de los negocios, todo como excusa para vigilarlos, pero le gustaba que un jinete de buena familia hubiera confiado así en la capacidad de su niña y acudiera a ella en su casa. Por eso, para evitar problemas con Don Hermes, a quien no le gustaba que Betty estuviera sola en la habitación con Armando, había traído una libreta más antigua que el modelo que yo estaba usando y la había dejado en la casa para usarla en la empresa y por eso tambén Hermes le gustaba el doctor. Doña Júlia era otra de las que tenía de todo para comer, desde empanadas hasta arepas, además de servir deliciosos almuerzos típicos para Armando, pues notaba como su hija estaba enamorada del hombre que consideraba un segundo jefe y amigo. Solo a Nicolás no le gustaba mucho Armando, pues podía recibir mejor sus ideas para expandir la empresa, invirtiendo en varios campos y temía que su amiga sufriera una decepción, ya que también via que estaba enamorada de él.

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   Durante todo el tiempo que Armando estaba en casa de Betty trabajando en su laptop, recibió llamadas insistentes y molestas.

- Lo siento Betty. ¡Es Marcela! Esta vieja me irrita, me persigue. Será mejor que lo apagues.

-¿Pero no necesitas su celular para cerrar tratos?

Daniel Valencia,  presidente de ECOMODADonde viven las historias. Descúbrelo ahora