Capítulo 16

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-¿Es tarde, o no? Quizá Betty puede me ayudar...

Fue a casa de Betty, doña Júlia abrió la puerta.

-¿Don Armando?

-Buenas noches doña Júlia, ¿puedo hablar con Betty?

-Sí, la llamaré. Siéntate. ¿Estás bien?

-No muy bien, doña Júlia.

Julia vio los ojos bajos, la corbata suelta. Ese no se parecía en nada al Doctor Mendoza que conocía.

-Mija, el doctor Armando, está allí y quiere verla.

-¿Don Armando?

-¡Ay, este hombre no está bien!

-¿Como asi, mamá?

-Está muy raro...

_______

Betty se puso la ropa que pudo y se apresuró a buscar a Armando. Sabía que si él estaba así tan raro, algo malo debía haber sucedido en la reunión de su empresa. Quién sabe, Daniel Valencia habría revelado sus intenciones de dividir la finca, se temía lo peor.

-Betty...

-Don Armando.

-Te dejo solo, necesito terminar de preparar la cena. ¿Quiere algo, doctor?

-No, gracias doña Jùlia, solo necesito que Beatriz me ayude. - dijo con una mirada desesperada.

Cuando doña Julia se fue para sus haceres, Armando se quitó las gafas.

-NO sé lo que pasó, Don Armando, pero yo sé que puedo ayudarle.

-¡No lo creo, Beatriz! No se puede hacer nada más.¡Él ganó! ¡Danielito ganó!

-¿Cómo?

-¡El trato con Fashion Group está cerrado! ¡Él tiene el compañero perfecto y el apoyo de todos, incluidos mis padres! ¡La empresa se quedó en sus manos!

-¡Ay, Don Armando!

Su madre tenía razón, el hombre que Betty vio frente a ella era un hombre derrotado que en nada se parecía al Armando que ella conocía. Estaban en casa de sus padres, su madre estaba a unos metros en la cocina preparando la cena y su padre podía llegar de la calle en cualquier momento, pero no podía dejar así a don Armando. Ella era su amiga y él la necesitaba.

Estaba sentado en el sofá con la cabeza gacha, sosteniéndola en sus manos mientras relataba todo lo que había sucedido en la reunión de la junta esa tarde. Así que, impulsivamente, Betty se acercó aún más a él y lo abrazó, llevándole su frente al nivel de su vientre.

-¡Tranquilo! Todo va a estar bien. Acarició su cabello hasta la nuca, sintiéndolo tensarse.

Armando, sintiéndose en paz, apoyó la cabeza en el vientre de Betty, quien, de pie junto a él, le masajeaba el cuello. Consciente de esa cercanía y sintiendo ese olor diferente que emanaba de Betty, Armando la aproximó de él, olvidándose que estaba en la casa de los Pinzón. Nunca había sentido ese olor dulce y suave que entraba por sus fosas nasales, así que recordó cómo se veía el cuerpo de su amiga debajo de esa ropa holgada y poco atractiva. La empresa, Daniel, sus padres y los problemas desaparecieron de su mente. Sólo estaba Betty y su cuerpo contra él. No podía dejar pasar esta oportunidad de tenerla tan cerca y saber cómo era debajo de todas esas piezas. Luego, con sutileza, comenzó a pasarle las manos por el trasero y la espalda.

Beatriz, por su parte, consciente de lo que le provocaba el toque del hombre, pero al mismo tiempo, pensando que sólo le devolvía la caricia que le había dado en la cabeza, se dejó llevar.

Daniel Valencia,  presidente de ECOMODADonde viven las historias. Descúbrelo ahora