Capítulo 7 -La trampa

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   Por otro lado, Marcela conocía muy bien la compulsión sexual de Armando y se empeñaba en aprovecharla, utilizando sus atributos físicos, ya que era una mujer muy bella y sensual. Pero ella quería mucho más, quería atarlo de una vez por todas, así que, por sugerencia de Patricia Fernández, había organizado una cena en casa de los Mendoza para reavivar su compromiso y fijar la ansiada fecha de la boda. Contaba con la ayuda de Margarita, que no veía la hora de ver a su irresponsable hijo casado y con hijos con la nuera de sus sueños, que era Marcela para la unión del patrimonio de las familias. Armando no sabía eso. Fue allí pensando que era una cena familiar, pero cuando llegó, se encontró con la presencia de los Valencia.

-¿Lo que está sucediendo aquí?

-Una cena familiar, Armando.

-Pensé que serían solo nosotros, la Família Mendoza.

- Pronto todos seremos una sola familia. – dijó Marcela.

-Armandito no lo cree así. - dijo Daniel, con ironía.

-Lamento informarte que tengo que estar de acuerdo contigo en esto, Danielito. Solíamos ser una familia, pero en este momento, solo tenemos la empresa en el medio y creo que la reunión de la junta es el mejor momento para reunirnos para eso. Entonces, discúlpenme, mamá, papá, pero me voy. –dijó Armando con mucha determinación

-¿Pero esto no es una fiesta de compromiso? - preguntó María Beatriz - ¿Interrumpí mi viaje por nada?

-¿Compromiso? Compromiso con quién?

-¡Por qué, mi amor, el nuestro! - dijo Marcela.

-¡No entiendo, Marcela!

-Es hora de definir esta situación. Marcelita no puede esperar toda su vida a que se fije la fecha. – impuso Margarita.

-¡Hay que tener la decencia de definirse! – ordenó Roberto.

-¿Qué es este circo, Marcela? – le preguntó Armando, nervioso.

-Ahora, mi amor, no actúes así. ¡Ellos saben!

-¿Sabes que? Te dije que no seguiríamos saliendo ni comprometiéndonos.

-¡No me hables así! - Dijo Marcela llorando.

-¿Qué haces, Armando?- preguntó Margarita abrazando a Marcela.

-Mamá, el día que dejé la empresa, rompí con Marcela. Le dije que ya no teníamos una relación seria. Expliqué las razones.

-Pero ¿cómo terminaron? -preguntó Roberto.

-Si termináramos, no seguiríamos haciendo el amor.

-¿Amor? ¿Que hace el amor? ¡Sabes que no es así! ¡Sabes que siempre odié que expusieras nuestra intimidad a los demás, a mis padres y a tus hermanos!

-Son solo nuestra familia y no tenemos que avergonzarnos de lo que sentimos.

-¡No siento nada por ti! ¿Cómo puede ser tan baja? Está bien si quieres que todos lo sepan: somos adultos y te dejé muy claro que solo era sexo sin ataduras.

- ¿Seguían viéndose?

-Sí, Margarita, casi siempre en tu departamento. Y tuvimos intimidad. –dijó Marcela.

-¡Porque apareció allí! Sexo sin compromiso! ¡Como dos adultos! ¡Fui franco contigo!

-¡Sabes cuánto lo amo, Margarita, no podría negarlo!

-¡TIENES QUE TENER ACTITUD DE HOMBRE!

-¡Papá, Marcela sabe muy bien lo que está pasando! ¡Te lo dejé muy claro!

-Quieres decir que siguen teniendo sexo? ¡Guau! -preguntó María Beatriz.

-¡Me sentí utilizada, pero todo por el amor que siento por Armando! -dijo marcela sona, como siempre.

-¡Tienes que tomar la decisión de un hombre al menos una vez en tu vida! - dijo Roberto.

-UNA DECISIÓN, SI QUIERES UNA DECISIÓN YO TE LA DOY: ¡TERMINAMOS, MARCELA! ¡NO TENEMOS COMPROMISO, SALIDAS Y NO NOS CASAMOS! Y SI TANTO MOLESTA, A PARTIR DE AHORA, NO SEGUIREMOS TENIENDO RELACIONES. ¡NO QUIERO SER ACUSADO DE MACULAR EL CUERPO DE LA VIRGENZINHA MARCELA! ¡BORRA MI NOMBRE DE TU AGENDA, MARCELA! ¡FINALIZADO!

Las protestas no ayudaron, como un huracán, Armando salió por la puerta, dejando a todos atónitos.

-No entendí. ¿Fue a buscar algo o se fue? ¿Vas a tener una boda o no?

-¡Te explico, María Beatriz! - dijo Daniel - ¡Nuestra hermana está libre ya que no sirve para nada!

Marcela soltó el brazo de Margarita y corrió a la recámara llorando, mientras Margarita se desmayaba en el sofá.

Salió de la casa de sus padres, sin rumbo fijo. No quería ir a su departamento, porque temía que Marcela no desistiera de intentar seducirlo. Quería encontrar a Mario, tomar un trago y ahogar su ira, pero sabía que si lo llamaba, él conseguiría algunas mujeres y ella no estaba de humor. Las únicas mujeres que le gustaría ver eran su hermana Camila que vivía lejos y su amiga Beatriz, ella lo entendería y tal vez hasta lo apoyaría, pero ya era tarde y con el padre que tenía no lo recibiría, entonces decidió conducir por la ciudad hasta sentirse cansado e irse a dormir a un hotel.

Me desperté temprano y relajado. Había dormido bien, se sentía libre. Empezó a pensar en su vida, tal vez incluso debería tomarse un año sabático. Un año viajando, meditando y tal vez aprendiendo a controlar esta compulsión sexual. Quién sabe cómo podría encontrar a la mujer de su vida, como Beatriz todavía creía que podía.

-Voy mañana a tu casa a decirte que ya terminé, que ya no puedo ni ver a Marcela, ni sentir deseo alguno por ella. ¡Siento asco por lo que le hiciste a mis padres!

Al día siguiente, Armando fue a la oficina a recoger a Betty con la excusa de tener que ir a una reunión de negocios y le contó todo lo sucedido en casa de sus padres. Apenas podía contener la felicidad, al igual que la engañada Betty. No es que significara mucho, ya que el hecho de que no tuviera nada más que ver con Marcela no significa que tendría algo con ella, pero saber que estaba libre de las garras de su ex prometida lo había hecho seguir soñando con que algún día la miraría, por ella y quién sabe, tal vez hasta lo curara (o no) de su compulsión sexual.

Daniel Valencia,  presidente de ECOMODADonde viven las historias. Descúbrelo ahora