Capítulo 46 - Investigaciones y verdades en el espejo

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    Mucho amor y pasión.

El resplandor del sol entraba por las ventanas, despertando a Armando que no podía creer que estaba pegadito a Betty.

-Betty...

La verdad es que ella se había despertado hacía mucho tiempo y estaba admirando a don Armando.

-¡Betty!

-¡Don Armando! ¿Qué hago aquí y así?

- No te preocupes, no pasó nada entre nosotros.

-Pero yo estoy así. -explicó Armando.

-¿Vas a decir que nunca hiciste el amor con una mujer borracha?

-Sí, ya lo hice, cuando era adolescente, pero también estaba borracho.

-Por supuesto, fue como una de esas mujeres estilo modelo, o las porristas. Claro, porque si la tipa esa fuera feita, no serías tan ético como lo fuiste conmigo.

-¿Estás diciendo que desearías que hubiera abusado de ti?

-Eso es lo que esperarías de alguien que dice que es compulsivo y viendo lo excitada que estaba... -dijó Betty, quedandóse roja y después dandóse cuenta de lo que le dijó -pero es tarde, mi papá me va a matar.

Entonces Armando también se dio cuenta.

-Espera, Beatriz. - dice tomándola con una mano y con la otra le rodea la cintura,

-¡No suelo cometer errores la segunda vez!

-Necesito ir a mi casa.

-¡Ahora es demasiado tarde!

La apoya contra la puerta y la besa apasionadamente.

-¡AH!

-¿Quieres que te muestre cómo quería tenerte anoche?

Armando la toma en sus brazos y la acuesta en la cama, le quita las braguitas y empeza a acariciarla.

-¡No tienes que hacer esto por compasión o por obligación!

-No -dice tocándola íntimamente. Quiero hacerlo porque tengo mucha sed, -besa su boca, mientras la toca -¿La obligación de poseerla como un loco después de verla tan seductora?

-O por lástima.

-Puedes estar seguro de que hoy no sentiré ninguna lástima por ti. ¡Tengo mucha sed! ¡Quiero el dulce zumo de tu cuerpo!

Llega a su hogar, en la cual separa sus labios con los dedos como si fueran pétalos de flores para hundir su rostro, profundizándose bajo los suspiros y gritos de Betty que agarra su cabello,

-AHHH!!! Sobre todo para matar mi hambre. Y lo hago porque te quiero con locura, y porque te amo.

-¿De verdad?

-Si, por eso no me aproveché de ti, porque quiero sentirte y que sienta, que sepas que soy tu hombre que te posee.

-¡Ah!

Después de que llegan juntos, él continúa besándola sin querer separarse de ella.

-¡Ay, como la deseo, no te imaginas! -Él la gira, colocándola sobre él, -¡Haz lo que quieras!

- No tengo idea de lo que hacia, estaba loquita.

-¡Entonces te guío! ¡Montame, picarona!

-¡Vaya! ¡Vaya! ¡¡Esto podría SOAH!!

-¡AH!

Después de amores, suspiros, jadeos y lágrimas de placer, los dos se duermen en concharita.

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Daniel Valencia,  presidente de ECOMODADonde viven las historias. Descúbrelo ahora