Capítulo 30 - Nuevos proyectos

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En el otro día...

Armando había tenido algunas ideas para presentar proyectos en empresas distintas a las socias de Ecomoda, por lo que necesitó la ayuda de Betty para armar estos proyectos. Así que fue a verla a la su al final del día.

Betty estaba hablando con un cliente muy especial, era un hombre de casi dos metros, rubio ojoazul, entonces que esperar.

-Puedo estar tranquila, señorita, ¿cómo se llama?

-Beatriz Pizón.

-Madeimoiselle Pinzón.

-¡Ojojo!

-Mira, me recomendaron mucho esta oficina, dijeron que es la mejor y que me asesorarías en todo, como dijo Catalina.

-Ah, doña Catalina siempre nos manda clientes y hasta ahora ninguno se ha quejado de los servicios de esta oficina. Ojojo!

-Y no seré yo quien se queje.

Sonó el teléfono interno.

-Un momento, Sr. Doinell. ¿Pues no? –dijó Betty contetando el teléphono

-El señor Mendoza está aquí.

-Ah, sí, Mercedes, me voy. Pídele que espere.

-Veo que estás ocupado y yo también, ya que hoy tengo que regresar a Cartagena.

(Los dos se levantan y van hacia la puerta, salen y encuentran a Armando impaciente en recepción.)

-En cuanto tengas la documentación lista, te acompañaré a la Cámara de Comercio para que podamos abrir tu empresa. - Dijó Betty.

-Agradecido. Estaré esperando, mademoiselle. -dijó Michel, besando la mano de Betty.

-¡Ojojo! ¡Agradecido!

Armando frunce el ceño, no le gusta el leve sonrojo de Betty en sus mejillas, menos le gustó verla sonreír, tanto el sonrojo como esa sonrisa de ella pertenecían solo a él.

Michel sale de la oficina, mientras las secretarias, incluso las señoras suspiran, lo que hace enojar aún más a Armando.

Lo que él no sabe es que las señoras suspiran por la suerte que tiene Betty de poder servir dos triplepapitos como estos al mismo tiempo. Y que la sonrisa y el sonrojo de Betty se deben a que el hombre de sus sueños la observa, ya que ella no había sentido nada hasta que vio a Armando.

-¡Buenas tardes, Beatriz! - dijo con el ceño fruncido

-Buenas tardes, doctor, -le sonreí, visiblemente roja, disculpa por hacerlo esperar.

-Nada. Estabas muy ocupado, ¿no?

-¡Sí, es un cliente muy importante!

-Veo lo importante que es. - dijó celoso -¿No me vas a invitar a TU oficina?

-No tengo oficina, pero puede venir.

-¿Entonces no tiene oficina?

-No, esta oficina es prestada cuando tengo clientes importantes.

-Sí, pero pensé que era el único cliente tratado así por ti.

-Este es mi trabajo y el jefe es el Dr. Liñarez, si me ordena tengo que tener más atenciones a un cliente.

-Lo entiendo – dijo celoso – Pero tratando de calmarse

''¿Qué tan atenta tiene que estar Betty con estos clientes que vienen aquí?''-pensaba

Daniel Valencia,  presidente de ECOMODADonde viven las historias. Descúbrelo ahora