Capítulo 32 -Proyecto

146 16 0
                                    


    Al día siguiente, pasó por la oficina de Liñarez para ver si Betty podía ayudarlo con suproyecto, la niña iba a protestar, pero no sabía que Armando ya le había pedido permiso a Liñarez.

-Eres muy ingenioso, ¿no?

-Mire, no puedo decir que la inteligencia sea una de mis mayores cualidades como lo es para usted, señorita, pero sí, soy mucho ingenioso. Tengo que presentar el proyecto hoy a la tarde ou mañana a más tardar y no hemos terminado el plan de negocios, por razones que bien sabes, picarona (Betty se sonroja). Entonces, tuve que pedirle a tu jefe que nos dejara terminar aquí, ¡así ahorramos tiempo!

-¿Tiempo?

-¡Sí, tu tiempo libre!

-Pero dije que en mi tiempo libre te ayudaría a hacer el plan...

-¡Ah, pero en tu tiempo libre, tengo otros planes! ¡A trabajar!

(¡Pero qué picarón don Armando!)

Con la ayuda de Betty, después de dos horas, los dos terminan su trabajo.

Armando había programado la función para las 6 pm, por lo que permitiría que Betty lo acompañara, lo cual la niña estuvo feliz de hacer. Por supuesto, muchas personas que estaban en la se sorprendieron de que una chica tan desaliñada acompañara a un ejecutivo tan importante, pero así que Betty abrió la boca para ayudar a que se dieran cuenta de por qué la había elegido como asistente.

-Betty, salgamos a comer algo. Mejor llama a tu casa.

____________

-Betty, creo que deberíamos celebrarlo cenando, me muero de hambre, no sé si también...

-Sí, yo también tengo hambre. ¡No tuve tiempo de almuerzar pues estuve trabajando con el Dr. Mendoza!

-¡Entonces vamos! Sé que te gusta la pasta, ¡vamos! -dijó, abriendo la puerta.

En el restaurante:

-Lazaña, ¿sí? ¡Gracias! – dijo Armando al mesero. -¡Betty, la cuenta es nuestra! ¡Debemos celebrar! - Dijo estirando el vaso, hagamos un brindis. -¿Qué te parece después de cenar, lo celebramos a nuestra manera?

-¿Nuestra manera?

-¡Sabe como!

-Como desee, doctor. – dijó Betty, roja, és que él la ponía loquita.

Entonces Armando y Betty fueron a un hotel, ya que la casa de sus abuelos estaba lejos.

-¡Te prometí mucho placer y cariño, Betty!

-¡Ay, Don Armando!

-¡Armando, Betty!

-¡Ay, Armando!

-¡Ay, Betty, dime que es solo mía!

-¡Solo tuya si así desea!

-¡Si, asi deseo!

Armando no sabría decirlo, pero sentía por ella un deseo que nunca antes había sentido por otra mujer, necesitaba estar dentro de ella, no una más varias veces y, siendo insaciable, él Sabía lo que eso significaba y Betty le correspondía, con ganitas. Además de su padre controlador y su trabajo, Betty siempre estuvo ahí para sus necesidades. Necesidades que para él eran sólo sexuales y para ella sentimentales, pero que no se daban cuenta de que se suplían e intercambiaban sensaciones cada vez que estaban juntos. Betty, se sentía la mujer más bella y deseada en sus brazos y él se sentía amado, un hombre completo. Él no se daba cuenta que podría ser algo más profundo o prefería no pensar en ello, solo sabía que después de hacer el amor, en lugar de sentirse libre, estaba aún más apegado a ella, pero no le importaba, eso era un asunto de los dos, que solo ellos sabían, Armando no se sentía mal por ser tan vulnerable, porque ella conocía sus necesidades y debilidades y nadie más lo haría. Y para Betty fue la realización de un sueño, como si la vida por fin le hubiera sonreído, brindando con el amor de Armando (porque para ella cuando tenían relaciones entre caricias y palabras románticas se amaban, no era solo deseo).

Armando siempre encontraba la manera de recogerla en el trabajo o cuando tenía una reunión la llevaba a revisar los contratos, tomar notas y luego aprovechaba para ir a casa de sus abuelos o a algún lugar donde pudieran estar juntos y amarse. No podía llevarla a su departamento, ni a los lugares que conocía, porque pensaba que Marcela lo observaba y lo perseguía. Pero la verdad es que la mujer esa estaba algo cansada de eso y aconsejada por Daniel decidió ir con María Beatriz y su amiga Patricia a Miami Beach, a ver algunos puntos de venta.

-¡Podría acompañarlos! – le dijo Mario a Daniel.

-¿Cuál sería tu intención con eso?

-¡Acompaña y protege a las chicas!

-¡No me hagas reír! ¡Están mucho más seguras solas que contigo!

-¿Tu crees?

-Tienes el ojo puesto en mi hermana, ¿verdad?

- ¡No, no de verdad! A ella le gusta Armando.

-¡Espero que pases esta fase, que encuentres a alguien interesante en este viaje!

-¡Es en serio! Necesito ir en este viaje, por Patricia.

-Ah te gusta la peliteñida la? Admito que es buena, incluso pensé en... Pero ya que estás interesado en ella.

-¡Lo necesito en este viaje y si quiero puedo llevar los balances al Fashion group!

-No. ¡Yo me encargo de eso, envíelos por correo urgente o incluso por fax!

-¡Oh, pero puedo hacerlo yo mismo!

-No, mira, ya está pactado con ellos.

-Está bien, si así lo quieres.

-Les gusta tratar con las mismas personas. Y para mí es mejor que te quedes aquí

-¿Pero por qué?

-Sí. Sé que eres un experto en modelos, necesito que me ayudes a seleccionar algunas.

-¿Para qué las quiere?

-És para una campaña que vamos a lanzar junto con el Fashion Group y una empresa de Brasil.

-Brasil, ¿verdad? ¡Conocí a una mujer brasileña, de hecho varias, cuando Armando y yo fuimos allí de vacaciones! ¡Hay que ver qué bellezas! Mitch, Sisy, Rovana y Cinthya (¡guau! ¿Algúna otra brasileña entre nosotras?) ¡cuatro chicas muy calientes! Pero como siempre, quisieron quedarse con Armando cuando supieron que era dueño de una empresa de moda. (¡Siempre con nuestro Armandito ojojo!)

-Conoces bien a Ecomoda allí, ¿no?

-Sí.

-¿Después?

-¡Estimado presidente, me quedo en el país para ayudarlo a eligir las modelos!

-Y aún obtendrás un extra por ello.

-¡Guau!

-¡Esto es solo el comienzo, Marito! Verás que vale mucho más ser mi amigo que ser de Armandito.

-Eh... ¿No puedo ser de los dos?

-Siempre y cuando sepas ser leal y fiel en tu trabajo. ¡En la calle, puedes continuar esta amistad con Armandito si te hace bien! ¡Las fotos quedaron geniales!

-Fotos?

-Sí. (Daniel le tiende la revista, con la columna de Mónica Agudelo) No suelo leer este tipo de cosas, pero no pude evitar verlas en la portada.

Daniel le lanza una revista en la que Mónica había publicado las fotos.


§§§§§§§§§§§§§§§§

Daniel Valencia,  presidente de ECOMODADonde viven las historias. Descúbrelo ahora