Capítulo 11 -El héroe y el Guasón

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Al día siguiente, los padres de Betty iban a visitar al tío Lázaro, que ya estaba muy viejo, ya las tías Pinzón, por lo que Betty sabía que no volverían tan pronto. Pronto, tendría todo el día para hacer lo que quisiera: o sea, cambiar su look. Advirtió a su jefe que no iría a la oficina y que lo recuperaría otro día, o un sábado. La loción de Armando todavía embriagaba sus fosas nasales, al igual que el sabor de sus labios y la sensación de su lengua juguetona en su boca. Se imaginó lo bueno que sería para las mujeres que salían y pasaban noches de amor con él, porque si solo con besarse ya le había causado miles de sensaciones, imagina cómo sería hacerle el amor.

-¡Imposible, Betty! Don Armando es demasiado hombre para estar con una mujer como tú. Y si la besó fue porque no tenía otra opción para quitar de arriba a su ex prometida. Pero si surge otra oportunidad, quiero estar preparada, quiero que él disfrute besándome. Que puedas besarme cuando no tengas a otro de tus amiguitas a tu disposición.

Decidió ir al salón de belleza que conocía, al que hacía mucho tiempo que no iba. La última vez que estuve allí fue para reparar las puntas y eso fue hace más de 5 años. Incluso su madre, que no era muy vanidosa, solía ir una vez al año a este salón, que frecuentaban las chicas del barrio. Pero a Betty no le gustaba especialmente ir allí, ya que una excompañera de escuela, una que solía burlarse de ella en ese momento, era la gerente y siempre se preocupaba por recordar los "buenos tiempos", pero ahora eran mayores. , así que pensó que debia confiar.

-¡Quiero un cambio completo! No puedes cortarme el pelo o mi padre me matará.

- ¿Tú también hay para afeitarse?

-¡Ay, mejor no! ¡Esto debe doler! ojojo

-En verdad duele.

-Pero puedes lavar, cepillar, hacerte un peinado semirecogido, como el de las revistas, maquillarte, lo que quieras.

-¡Puedes hacerlo, Betty! Trato VIP, va a ser remamita.

Betty sonrió, era imposible que siguiera siendo remanita, tendría que nacer de nuevo, pero pensó que mejoraría mucho y quién sabe, podría llamar la atención de su Don Armando.

-¡Ese "SU" qué, Betty!

Entonces, salió de esa habitación consciente de que se vía bién, que se veía impresionante. Y como había pedido el día de trabajo, decidió sorprender a Armando, quién sabe, quizás lo sorprendia y con eso tendría el coraje de declararse ante él. Necesitaba actuar rápido, era el tipo de hombre que toda mujer deseaba y no le llevaría mucho tiempo ligar con una o varias.

Tal como lo habían arreglado por teléfono, se dirigió a su oficina dentro de Tejicol. Eso sí, cuando llegó, vio una escena que no le gustó nada. De la habitación salieron dos mujeres, una de cuarenta y tantos y la otra de veinte, ambas eran clientas, pero se reían sin vergüenza. Por supuesto, Betty ya ha imaginado cosas. Y no debería ser mentira.

-Oh hola... ¡Betty! – dijó, mirando su apariencia.

-¡Buenas tardes don Armando!

-Eh, er, ¿Qué se hizo¿

-Ojojo ¡me hice un cambio de look!

-Oh si... Es bueno cambiar un poco. –Dijó Armando tratando de no mirarla en sus ojos -Pero... ¿qué haces aquí?

-Me pediste que pasara después del almuerzo para revisar un contrato.

-Ah si si. ¡Qué cabeza la mía! ¡Vea!

-¿Son de Ecomoda?

-Sí, de una empresa que cerró un acuerdo con Ecomoda, Fashion Group, es el mayor operador de empresas del sector Textil y moda, cualquier empresa vendería el riñón por asociarse con ellas.

Daniel Valencia,  presidente de ECOMODADonde viven las historias. Descúbrelo ahora