CAPÍTULO 4: HE PERDIDO MEDIO AÑO DE MI VIDA, PERO...

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Medio año en una vida parece poco, pero son 6 meses perdidos en coma. Puede que me haya librado de las clases, de los deberes, de los trabajos, de las humillaciones de quidditch, de un San Valentín con Lockhart, del temor constante a acabar como he acabado, de la desesperación de alumnos y profesores, del injusto encarcelamiento de Hagrid y del despido provisional de Dumbledore. Sin embargo, también me he perdido meses de quién sabe cuántas emociones y aventuras con mis compañeros Hufflepuff.


Mmm... Vale, quizá eso no.


Pero sí me he perdido meses de convivencia con mis amigos, de compartir risas y angustias, aunque sean sólo sus angustias y mis risas, aunque sólo sea ver a Cedric abordado y desbordado por sus cargas (humanas); aunque sólo sea escuchar a Ernie monologar con sus aires de sabiondo pedante; aunque sólo sea tener a Hannah tirándose y tirándome del pelo por su estrés y ataques de ansiedad frecuentes; aunque sólo sea estar con todos los Hufflepuff, pequeños y mayores, mis compañeros.

No me entero hasta volver a casa de que Dumbledore consiguió que los padres de los petrificados nos visitaran en Navidades y en Pascuas. Mi madre no hace más que contarme entusiasmada ambas visitas una y otra vez durante el tiempo que paso en casa en verano, recordando detalles, impresiones y experiencias, todas nuevas para una muggle como ella.

Lo que más menciona no es sólo su feliz encuentro con Lockhart (quien le había prometido solucionar sin falta todo el embrollo y atrapar al culpable, con el argumento de que ya andaba sobre la pista), sino "ese chico tan educado y taaan apuesto que no hacía más que pedirnos perdón por haber fallado en el cumplimiento de sus obligaciones y haber permitido que algo así te ocurriera. Se le veía tan consternado que me entraron ganas de consolarle yo a él".

Pobre Cedric. Por lo visto no se perdonaba el haberme dejado a cargo de Nick-casi-decapitado. De acuerdo con la versión de Hannah:

"Venía constantemente a verte. Casi siempre que veníamos Ernie y yo estaba él aquí, ¿verdad, Ernie? Incluso se quedó alguna noche sentado en una silla junto a tu cama. Ha pasado todo este curso muy angustiado y lleno de remordimientos. Cuando se produjeron los siguientes ataques, ya no perdía ojo a nadie de la casa. Algunos de sus compañeros han estado echándole una mano con los de primero y los nuestros, pero nunca le parecía suficiente. Ha estado más pendiente que los propios prefectos."

Recuerdo perfectamente el día en que desperté y los pocos que siguieron hasta fin de curso.


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