La paliza de Slytherin

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Por suerte las cosas siguen siendo normales en nuestra mesa a la hora del desayuno. Quitando los chistecitos inevitables sobre la función de anoche y los bises improvisados de algunas compañeras, todo el mundo, incluido Cedric, se muestra natural. Incluso nos sonreímos mutuamente sin sensación de incomodidad. Estamos planeando ya la siguiente visita a Hogsmeade el sábado que viene. El Comando-H repetirá la estrategia de la salida anterior: dispersión general y brindis conjunto en Las tres escobas para terminar el día.

Durante esa semana, Hannah nos comenta un par de veces lo cruel que está siendo Weasley en sus comentarios hacia Granger. Confirmamos la situación anormal en Hogsmeade, donde Weasley pasa el día aparentemente sólo y murmurando para sí (como en Zonko, que estaba lleno hasta la bandera y él parecía un náufrago en una isla desierta), hasta acabar en una extraña pelea de bolas de nieve (espero que sea nieve, porque si no da mucho asquito) con Malfoy y sus gorilas cerca de la Casa de los Gritos. No sé qué hechizo habrá usado para lanzar las bolas desde diferentes direcciones, pero ha conseguido dar a Malfoy su merecido. O eso parece desde la distancia. Aunque Malfoy parece más sobresaltado que otra cosa, y echa a correr hacia el castillo después de que uno de sus gorilas (nunca he logrado distinguirlos) haya sido derribado. Será esa casona. Qué mala espina me da. No quiero volver a acercarme.

Por lo demás, el día transcurre tranquilo, cada uno recorriendo por su lado lo que más le interesa. Yo me quedo con parte del equipo, porque hablaban de entrar en los mismos sitios a los que quería ir yo. Cedric y otros se van por su lado, pues quieren enviar lechuzas y no saben cuánto van a tardar.

En cierto punto nos cruzamos con Susan y un corrillo de varios cursos, y ya seguimos juntos. Al pasar junto a la cafetería de Madame Puddifoot nos reímos a gusto de las parejitas que reconocemos por la ventana. Algunas incluso nos sorprenden.

"Yo nunca, nunca, NUNCA entraré allí," anuncia Zacharías.

"Eso decimos todos y luego caemos como moscas," replica Preece, cazador de sexto curso. "A mí el año pasado me embrujaron y entré."

"¿Y quién fue la desafortunada?" pregunta Zacharías. "¿Y dónde la dejaste?"

"Se graduó. Era de séptimo."

"Le gustaban jovencitos, ¿no?" comenta Susan con una risita.

"Pero no llega al nivel de aquella pareja legendaria, ¿te acuerdas?" le pregunta la golpeadora O'Flaherty a Preece.

"¡Cómo lo iba a olvidar, si ella está en mi curso!" Viendo nuestra cara de curiosidad, explica: "Cuando estábamos en primero, ella se lió con uno de séptimo de nuestra casa. Fue un escándalo. Al lado de eso, lo de mi niña y yo es algo totalmente normal."

"¿Niña? ¡Si además de dos años te sacaba dos cabezas!" murmura otro chico de sexto, haciendo reír a su inseparable amigo, un chico un año menor que va al curso de Cedric.

"¿Aún os escribís?" le pregunta a Preece su compañera cazadora Macavoy, con sospechosa curiosidad.

"Toooodas las semanas," sonríe de oreja a oreja, orgulloso. "Lo dicho, tío: algún día tú también caerás."

Zacharías farfulla algo ininteligible que incluye la palabra "cadáver", las chicas se ríen entre dientes y los otros le siguen picando de camino a Las tres escobas, donde ya están Hannah y Ernie (quienes han pasado la tarde mirando libros, muy propio de ellos), el resto del equipo y Cedric.


A la hora de la cena hay rumores de que Harry Potter  ha sido visto fuera del castillo

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A la hora de la cena hay rumores de que Harry Potter ha sido visto fuera del castillo. Malfoy se lo ha chivado a Snape y la que se ha montado ha sido fina. Ahora entiendo lo de los bolazos. Bueno, a medias. Granger parece desconsolada, ¿qué le habrá pasado? Por lo menos parece que Weasley y Potter han hecho las paces con ella.

Colin viene a nuestra mesa a que le contemos las últimas hazañas del Comando-H, y me permito sorprenderle con la bolsa de caramelos y artículos de broma que he comprado para él. Hasta el año que viene no conocerá Hogsmeade en persona. De lo contento que se pone, me hace cinco fotos, la última con él. Oye, ¿eso no es un auto regalo? FLASH ¡Mis ojooos!

Es nuestro último partido de la temporada y Slytherin nos ha ganado

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Es nuestro último partido de la temporada y Slytherin nos ha ganado. No me lo puedo creer. ¿¡Por qué!?

Bueno, sé por qué: no utilizan jugadores, utilizan monstruos, trolls de las cavernas, auténticos bestiajos. El único mico medianamente humano es Malfoy, y quizá el incombustible Adrian Pucey, quien en combinación con Marcus Flint ha sido el azote de nuestro pobre guardián Herbert Fleet durante todo el partido. Para colmo, la Nimbus 2001 de Malfoy es mucho mejor que la escoba de Cedric.

El vapuleo ha sido tal que ni siquiera Zacharías, quien se ha quedado fuera esta vez por falta de envergadura, se atreve a hacer comentarios crispantes hacia sus compañeros: todos comparten la misma frustración y la misma rabia.

"Al menos nosotros hemos luchado a brazo partido y justamente," sentencia Cedric antes de irnos a dormir.

Pero yo sé que él no va a pegar ojo. Los golpeadores de Slytherin, Derrick y Bole, le han hecho pasar un mal rato durante todo el partido. Y hemos perdido la copa, igual que Ravenclaw. Ahora sólo nos queda desear que Gryffindor se la arrebate a Slytherin. Pero a mí no me consuela el hecho de que hayamos ganado a Gryffindor, y creo que a Cedric, tampoco.

Sin poder animarle de ninguna otra manera, apoyo una mano conciliadora sobre su hombro antes de dirigirme a mi dormitorio, y él la agarra unos instantes, sin mirarme. Después la suelta y se pone en su postura reflexiva favorita: con las palmas juntas delante de la nariz, sobre sus rodillas. No sé qué hacer. Una parte de mí sabe que debe dejarlo solo. Otra parte quiere sentarse en el reposabrazos del sillón y recostarse contra el afligido capitán, para darle silencioso calor humano.

"Cedric..."

"Como prefecto me veo en la obligación de hacer que te acuestes de inmediato. Es muy tarde, Justin."

Suspiro, y estoy a punto de dar media vuelta, resuelto, cuando Cedric continúa, sin mirarme, y con un tono mucho menos enérgico y mucho más desnudo:

"Como amigo, me gustaría pedirte que te quedaras conmigo un rato más."

Sin dudarlo un instante, elijo la opción B: Me siento sobre el reposabrazos y le rodeo el cuello, apoyando mi cabeza contra la suya; luego Cedric me hace un poco más de hueco y acomodo la mitad de mi trasero junto al suyo. Estamos tan a gusto que en algún momento nos dormimos los dos. Hasta que el frío de la madrugada despierta primero a Cedric, y él me acaricia el pelo y me susurra para que me ponga en pie.

Con su fuerte brazo agarrándome firmemente alrededor de los hombros, paso por la puerta circular y bajo en modo zombie las escaleras hasta la habitación de mi curso. Cedric me despide en la puerta, tras asegurarse una vez más de que no me caeré rodando si me deja solo.

Lo que sí caigo es rendido sobre la cama. Rendido... y con una sonrisa enorme. Apenas me da tiempo a percatarme de que Ernie está con los ojos bien abiertos, sentado contra la almohada, las cortinas de su cama desplegadas por el lado que da a la mía.

"Buenos días, Justin," susurra.

"Buenas noches, Ernie," sonrío feliz.

Ese domingo me levanto tan tarde que no lo veo en toda la mañana. Pero a la hora de comer, Ernie está tan afable como de costumbre (si bien con unas ojeras enormes), y a todo el equipo se le ha pasado el mal trago.

¡Hufflepuff Existe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora