Me despierto de golpe pero tardo en comprender qué, cómo, cuándo y por qué, puesto que el dónde está bien claro.
La enfermería está llena de gente para lo que es habitual: Madam Pomfrey, Sprout, McGonagall, Dumbledore, Snape y, por otro lado, Creevey, Granger y una chica de Ravenclaw con el pelo oscuro y rizado. Creo que es la prefecta de Ravenclaw, una tal Penélope Clearwater.
Al principio me siento como M.A. Barracus después de haber sido anestesiado a traición para viajar en el avión pilotado por Murdock; como si acabara de aterrizar desorientado y con un jet lag brutal. Pero una vez recuerdo lo sucedido me siento aliviado al ver que tan pocos hijos de muggles han sido atacados después de mí. Colin está frustrado: al haber sido el primero en caer y el último en despertar, no ha podido sacar fotos a nadie petrificado; no obstante, parece consolarse con la idea de haber estado todo el tiempo en la camilla contigua a la mía. Qué chaval.
Dumbledore nos dedica unas palabras reveladoras sobre el tiempo que llevábamos dormidos (del que ninguno éramos conscientes, así que resulta un shock enterarnos de que el fin de curso está a la vuelta de la esquina). Snape frunce el ceño y sólo comenta que se alegra de que la poción de mandrágora haya funcionado antes de acompañar al director fuera. Cuando abren la puerta para salir, veo dos figuras familiares al otro lado. Madam Pomfrey parece acordarse entonces de ellas:
"Ah, señor Weasley, señor Diggory, ya pueden pasar. Los bellos durmientes han despertado sin su ayuda, como les aseguré. La paciencia es la madre de la ciencia, mis muchachos."
Por el tono irritado de Pomfrey deduzco que ambos han luchado con insistencia para que los dejen pasar.
A todo esto, ¿¡qué demonios hacen aquí esos dos!?
Mi pregunta se responde sola cuando Percy Weasley, el prefecto de Gryffindor, se acerca a la otra prefecta de Ravenclaw y la abraza con ganas. Por su parte, Cedric se acerca a mi cama y vacila un momento, tartamudea un "Justin, yo...", antes de poner los ojos en blanco con un "¡Qué demonios!", y abrazarme también.
"¡Lo siento, lo siento muchísimo! ¡En qué hora-!"
"Shhh. No es culpa tuya, tonto," sonrío contra su hombro. "Además, si te digo la verdad, no me he enterado de nada. Para mí, anoche caí redondo, he dormido como un bendito y esta mañana me siento con fuerzas como para levantar a Ernie a hombros."
Cedric ríe, me revuelve los cabellos, me abraza otra vez, y se sienta en la silla que hay junto a mi cama. Tiene los ojos húmedos, y casi puedo palpar su inmenso alivio. Durante unos instantes nos quedamos mirando. Entonces Creevey, emocionado, hace que le miremos para sacar una foto "a mis dos Hufflepuff favoritos juntos", pero en cuanto aprieta el disparador la cámara se desmonta soltando una breve humareda. Cedric y yo nos echamos a reír, ignorando sus desesperadas maldiciones.
Después, Cedric me resume brevemente los acontecimientos esenciales (mínimos para los Hufflepuffs), que se han producido durante mi ausencia, y juntos nos resignamos a ser los últimos en la competición por la Copa de la casa, como es habitual.
Me muero por saber quién ha sido el culpable de los ataques, quién es el heredero de Slytherin y si existe de verdad la Cámara de los secretos. Para mi frustración, Cedric no sabe mucho, sólo rumores acera de Vóldemort, Ginny Weasley y Harry Potter, quien había sido de nuevo el héroe de la ocasión. Es Granger quien exclama emocionada en mitad de su charla con McGonagall:
"¡Entonces era un basilisco! ¡Estaba yo en lo cierto!"
Y comienza a bombardear a la profe con preguntas a cada cual más estrambótica sobre arañas, lavabos, fantasmas, espejos, charcos y el objetivo de una cámara. Poco a poco empiezo a completar yo solo el puzzle del asunto, y menos mal, porque la jefa de Gryffindor se limita a repeler el aluvión inquisitivo con su habitual elegancia tajante:
"Señorita Granger, estoy segura de que el señor Potter y el señor Weasley estarán deseando narrarle personalmente todo lo acontecido. Ahora, agradecería que me acompañasen al comedor, donde les esperan ansiosos para festejar el fin de esta pesadilla."
"¿A estas horas de la noche?" pregunta Percy Weasley.
"Y durante las que haga falta," sonríe la jefa de su casa. "Creo que todos nos lo merecemos."
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¡Hufflepuff Existe!
Fiksi PenggemarJustin, asúmelo: Estás atrapado en Hufflepuff con toda su fauna y flora. Lo peor que te puede pasar es que te mueras de aburrimiento. Y lo mejor... siempre termina cuando uno menos se lo espera. Pero siempre habrá un amigo cerca para recoger tus ped...