Justin, asúmelo: Estás atrapado en Hufflepuff con toda su fauna y flora. Lo peor que te puede pasar es que te mueras de aburrimiento. Y lo mejor... siempre termina cuando uno menos se lo espera. Pero siempre habrá un amigo cerca para recoger tus ped...
La sala común está tal y como la dejé en junio. Aún huele a verano, a tranquilidad y a tristeza.
Los sofás me traen mil y un recuerdos, algunos de los cuales siguen siendo, por suerte o por desgracia, compartidos:
"¿Os acordáis de cuando ganamos a Gryffindor? Aquél si que fue un día memorable, ¿eh, Justin?" me pican los del equipo.
Pero yo me limito a forzar una sonrisa y no pico el anzuelo.
Al igual que el equipo de Gryffindor, que lleva años con los mismos jugadores, nuestro equipo apenas ha cambiado tampoco. A ellos se les graduó Oliver Wood y nosotros perdimos a Cedric, pero la mayoría del equipo que dejó atrás continúa unido un curso más.
El año que viene, muchas de esas anécdotas que compartimos se graduarán con ellos.
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Dumbledore nos visita una de las primeras noches después de cenar y nos regala una ampliación a tamaño real de una foto oficial de Cedric posando como Campeón de Hogwarts. Nos explica que, efectivamente, así será más fácil que tanto nosotros, como las próximas generaciones de Hufflepuffs, recordemos a Cedric Diggory. Algunos opinan que es hurgar en la herida, pero a la mayoría le reconforta ver allí cada día a nuestro capitán.
Para compensar la seriedad de la foto, Dumbledore nos anima a colgar alrededor otras fotos que tengamos de él (como también sugirió Ernie), y pronto el panel central se llena de instantáneas en movimiento del equipo, del comedor, de chicas rodeándole y, en general, de todos sus amigos en momentos inolvidables. Se ve que Colin ha hecho más negocio en nuestra casa de lo que yo imaginaba.
Un par de noches me quedo dormido en un sillón estratégicamente colocado frente a las fotos. Por suerte Ernie, quién si no, viene a buscarme antes de que los otros se levanten.
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Hablando de Ernie, el segundo día de clase hace algo que me deja bastante sorprendido.
Vamos de camino a los invernaderos, cuando nos encontramos un corrillo de gente, en el centro del cual están Harry Potter y Luna Lovegood. No sé a cuento de qué viene, pero Luna afirma, con la plena convicción que le caracteriza aun cuando defiende lo más absurdo, que ella sí que le cree. La gente se ríe de Luna, Hermione Granger se pone a discutir con ella sobre no sé qué bichos de dudosa existencia, y Harry parece algo apurado.
