La invitación de Ernie

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Al menos el resto del curso pasa también en un suspiro, libre de miedos, preocupaciones, ¡y exámenes!

Como hace ya buen tiempo, pasamos muchos ratos fuera vagueando sobre la hierba y hablando de cualquier cosa (pocas veces trascendental). Sin embargo, los petrificados (menos Granger, que es autodidacta) nos vemos obligados a recibir unas cuantas clases extra por las tardes, con instrucciones para repasar en verano por nuestra cuenta todo lo que nos hemos perdido. Los más desafortunados somos Creevey y yo, a los que, por haber sido petrificados antes de Navidad, tenemos prácticamente un curso entero de retraso.

Por eso, Ernie se ha ofrecido a echarme una mano este verano. La verdad es que no me vendría nada mal. Me ha invitado a pasar agosto en su casa, tanto la de sus padres como la de la playa, y me siento entusiasmado con la idea. Creo que este verano sí que voy a echar mucho de menos el mundo mágico y a mis amigos, especialmente si se tiene en cuenta que para mí apenas han pasado 3 meses desde las últimas vacaciones.

Sobre todo me apetece la idea de pasar más tiempo con Ernie.

Últimamente a Hannah le encanta cotillear conmigo cuando Ernie está en la biblioteca, haciendo horas extras. Tanto hablar de la faceta asocial empollona de Cedric, y él no es mucho mejor. A veces me da la impresión de que, por mucho que Ernie admire y aprecie a Cedric, lo ve como un modelo a superar, más que a imitar. No entiendo por qué. Con su estructura corporal nunca tendrá a las chicas locas por él, ni mucho menos a los chicos. Cuando una vez le comento esto en broma, me responde:

"Cada uno destaca en lo que puede, Finch-Fletchley. Al menos yo no soy popular por sestear peligrosamente." Y al ver mi expresión contrariada, añade con una sonrisa: "Me gustaría trabajar para evitar que algo así vuelva a suceder."

Sobra decir que Hannah me ha contado lo que Ernie ha hecho en mi ausencia: Cómo se encaró con Potter cuando éste fue a buscarme a la biblioteca para explicarme que quería defenderme, no atacarme con la serpiente; cómo le desafió delante de todos cuando le pillaron in fraganti junto a mi cuerpo petrificado (al parecer Potter tropezó conmigo y se me cayó encima, ¡sin que yo pudiera disfrutarlo!), y por lo visto se puso tan fuera de sí que MacGonagall le mandó hacerse cargo de Nick para que se tranquilizara y no armara más follón; y cómo le retiró la palabra hasta que petrificaron también a Granger, y entonces Ernie le pidió perdón. Oh, Ernie...

Hannah tiene mucho apego a Ernie. Supongo que mi ausencia también ha ayudado a que ambos se acerquen aún más. Susan es muy simpática y tiene muchas anécdotas que contar, pero según Hannah acaba resultando aburrida, como las demás chicas de su curso. Se llevan muy bien todas, al igual que los chicos entre nosotros, pero no la comprenden como Ernie. Cuando no la devora la ansiedad, Hannah es una persona que sabe escuchar, y creo que es también la única persona que de verdad comprende a Ernie.

Ernie puede ser difícil, si no se le conoce. Difícil de soportar durante mucho tiempo, quiero decir. En su gran cuerpo abarca lo mejor y lo peor de un Hufflepuff. Me pregunto si se suavizará con el paso del tiempo o evolucionará drásticamente hasta convertirse en el próximo Percy Weasley, cuyo esnobismo es la comidilla de todo Hogwarts.

Tanto tiempo que pasamos juntos, y me doy cuenta de que, más allá de aquel desahogo-monólogo que tuvo conmigo en primer curso la noche que me pilló llorando, nunca hemos hablado de verdad, nunca nos hemos sincerado, como hacen los buenos amigos.

Definitivamente, este verano puede ser la ocasión perfecta.

Una de las mejores cosas de todo este embrollo de   la Cámara de los Secretos y de sus consecuencias es que el padre de   Draco ha sido despedido de la junta de la escuela, de modo que Draco   ahora no se pavonea tanto como antes, y ha reducido su...

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Una de las mejores cosas de todo este embrollo de la Cámara de los Secretos y de sus consecuencias es que el padre de Draco ha sido despedido de la junta de la escuela, de modo que Draco ahora no se pavonea tanto como antes, y ha reducido sus pullas a los Hufflepuffs a mínimos históricos.

Eso no quita que una vez que nos cruzamos por los pasillos (dato a anotar: yo iba sólo, él con gorilas y sin niebla) me soltase:

"Eres carne de ultratumba, Finch-Fletchley. La próxima vez ni ésta podrá ayudarte."

Sus gorilas se agitaron con risa simiesca, pero yo le ignoré, que es lo que sé que le hace más daño.

Cada vez que veo a Ginny Weasley y me acuerdo de los rumores que corren, me entran ganas de pedirle prestado a alguno de mi casa las ristras de ajos (ya algo podridas) que aún guardan en sus dormitorios. La verdad es que esa chica, aunque dulce, tiene cara de psicópata. ¿De verdad partía el cuello a los pollos con sus propias manos? Mejor no pensarlo.

El último día de clase por la tarde Madame Sprout me hace ir a su despacho en los invernaderos para repartirme el último bloque de tareas que, como jefa de la casa Hufflepuff, los demás profesores le han entregado para que yo estudie en verano. Está terminando de explicarme lo que tengo que hacer por su parte, cuando alguien llama a la puerta.

Es Cedric.

¡Hufflepuff Existe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora