Justin, asúmelo: Estás atrapado en Hufflepuff con toda su fauna y flora. Lo peor que te puede pasar es que te mueras de aburrimiento. Y lo mejor... siempre termina cuando uno menos se lo espera. Pero siempre habrá un amigo cerca para recoger tus ped...
[Nota: Verano del tercer año de Justin, ese espacio intermedio entre el libro 3 y el libro 4, justo antes de los Mundiales de quidditch. En julio, buena parte del Comando-H, con los prefectos a la cabeza, se van con los peques de la casa de campamento al Lago Ness.]
Nada más llegar al albergue, dejamos caer nuestro equipaje sobre la cama desocupada más cercana y salimos corriendo al exterior para contemplar con calma ese paisaje que apenas hemos podido atisbar desde el Autobús Noctámbulo.
Desde esta zona de no se puede ver el lago en toda su extensión, pero lo compensan las verdes colinas que lo rodean. ¡Esto es un paraje de ensueño!
Los de primer y segundo año están como locos, venga a correr de acá para allá y de croquetear por las laderas. ¿Éramos nosotros así de hiperactivos hace un par de años? No sé qué les dan de comer a estos críos...
Con la fresca brisa veraniega de las Highlands soplando amablemente sobre mi cara, y bañado por el sol del amanecer, cierro los ojos un momento y recuerdo cómo hemos llegado hasta aquí.
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El verano comenzó con buen pie y muy buen humor.
Mis padres eran conscientes de que apenas teníamos una semana para estar juntos y procuraron, al igual que el año anterior, hacer que cada día fuera una fiesta. Comí en mis restaurantes favoritos, fuimos al cine un par de veces, me harté de ver la tele y de jugar a la consola, y practiqué un nuevo repertorio para llevarme al campamento. No mucho, pero lo suficiente para variar y que no me rompan la bandurria en la cabeza.
Al menos en el Lago Ness sí podré escuchar mi nuevo y flamante discman. Y olvidarme de las canciones que mi madre no hace más que poner cuando se siente nostálgica por sus tiempos de adolescente. ¡Qué horror de discos! Más de una vez he tenido que encerrarme en mi cuarto y poner mi música a tope para no tener que escucharlo. ¡Y mira que mi casa es grande! Eso sí que no lo voy a echar de menos.
Hoy viernes 1 de julio, mis padres me han llevado a King's Cross con mi equipaje veraniego. En el exterior de la estación nos hemos reunido todos los participantes del primer campamento Hufflepuff, pero no para ir en tren, sino en autobús: Hemos fletado el Autobús Noctámbulo al completo. Y con tanta gente, ni hablar de abrir las camas.
Al principio se barajaron otras opciones para el viaje. Los polvos flu se descartaron por el riesgo de que algún grupito saliera por donde no era y se armara gorda. Y aún no tenemos ninguno la edad para aparecernos, con la excepción de la profesora Sprout, claro está, y quizá alguno de los mayores. Pero no es plan de que el único adulto del grupo vaya por libre y deje la expedición a cargo de nuestros prefectos, por mucho que así vaya a ser durante este mes.
Esa era la condición de acompañarnos a expensas de sus propias vacaciones: que los prefectos se responsabilizaran de nosotros en todo momento. La misión de Sprout será meramente de supervisión pues, aunque vaya con la casa menos revoltosa, nunca se sabe cuándo será necesaria una dosis de autoridad con plena experiencia en magia.