El sábado 24 todos dormimos hasta tarde. Las chicas también tuvieron su sesión intensiva de cotilleos hasta las mil en el dormitorio de las de séptimo, y el efecto secundario más patente es la cantidad de miradas significativas que vuelan a la hora de la comida (porque el desayuno nos lo hemos saltado) entre unas y otras, al respecto, sin duda, de comentarios despellejadores sobre el género masculino. En particular, sobre los pobres desgraciados de nuestra casa.
Como tengo tanta hambre, me traen al fresco los susurros y las risitas entre Hannah y Susan, pero Zacharías pica el anzuelo un par de veces y acaba con el rabo entre las patas antes del postre, "agasajado" por cinco a la vez, Hannah a la cabeza. Yo me siento pachón y no quiero que me alteren la paz en todo el día.
Ernie, uno de los pocos que se fue pronto a la camita como el niño bueno que es, observa a unos y a otros con expresión divertida, y yo me sorprendo a mí mismo volviendo a mirarle a la cara con normalidad, sonriendo radiante y soportando sus bromas y sus consejos de abuela para remediar mis ojeras.
Lo malo que tienen las vísperas de acontecimientos importantes es que los nervios y la anticipación por lo que está por llegar hacen de todo el tiempo restante un descampado de inactividad, como si el único propósito de ese día sea pasar lo más rápido posible para llegar al evento principal.
Y tampoco es que tenga excesiva ilusión por el baile de marras, pero es algo distinto, algo grande, algo que ni esa francesa pija, que no hace más que quejarse de que si Hogwarz eztó que zi Beauxbatons lo otgó, querría perderse, por mucho que Cedric (ajajajajá) no vaya con ella. La decoración y los efectos mágicos de Hogwarts en estas fechas son impresionantes, y más aún este año, a pesar de las numerosas pifias y sobrecargas decorativas.
Por la tarde empieza a caer una buena nevada (¡justo a tiempo para Nochebuena!) así que la disfrutamos desde la ventana de la sala común que, aunque sabemos que es sólo una imagen de lo que ocurre más arriba del submundo en el que nos alojamos, hace el apaño.
El tema de conversación es uno y uno es el tema de conversación. No son ni dos, ni tres, sino uno: el baile. Y quiero decirles que dejen de hacer bromitas sobre nuestro trío improvisado. Pero claro, eso no es posible si la mayoría de las veces soy yo el que las inicia.
Al final acabo cantando el Tunnel of Love acapella, hasta que empiezan a lloverme cojines. Unas niñas cantan un par de villancicos tradicionales y los demás hacemos los coros, en plan "Nocheee de paaaz" "Uuuuuuh". ¡Queda muy chulo!
A medianoche Cedric se pone en modo sargento y no nos queda más remedio que desalojar, no sin antes partirnos el pecho con la horda de fans que le desea feliz navidad con un beso en la mejilla colectivo. Hannah y Susan incluídas. Y hasta un par de chicos del equipo (Rickett y Preece), a los que Cedric tiene que quitarse de encima aguantando la risa.
Lo cierto es que me voy a la cama con la ilusión de los regalos del día siguiente.
Por eso me levanto antes que el mismo Sol.
Mis padres no me decepcionan: ¡CDs nuevos! (¡No podré escucharlos hasta el verano, buaaah!) ¡Libros de partituras! (Mi casa me lo agradecerá.) ¡Montones de chucherías y chocolatinas muggles! (Mi cuerpo, no.) ¡Soy feliz, soy muy feliz! Ernie se ríe de mí por los saltos que pego por nuestro dormitorio, pero me da igual. Él parece muy satisfecho con un reloj nuevo y una buena pila de libros. La mayoría de las chicas han recibido un abalorio o un complemento para el baile; y a la hora del desayuno, no me lo puedo creer, el único que encuentra motivos para quejarse es...
"Vaya mierda de regalo. Ya se lo podrían haber currado un poco más. Qué morro tenéis. El mundo está mal repartido."
"Zacharías, come y calla," le escupe Hannah.
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¡Hufflepuff Existe!
FanfictionJustin, asúmelo: Estás atrapado en Hufflepuff con toda su fauna y flora. Lo peor que te puede pasar es que te mueras de aburrimiento. Y lo mejor... siempre termina cuando uno menos se lo espera. Pero siempre habrá un amigo cerca para recoger tus ped...