Planificando el verano, Ernie y yo llegamos pronto a la conclusión de que no estamos dispuestos a pasar más de una semana sin vernos, por lo que hemos organizado las vacaciones de tal manera que dedicaremos la primera y la última semana a nuestras respectivas familias, y el resto del tiempo lo pasaremos juntos alternando casas. Esto incluye la casa de los abuelos de Ernie en la playa. ¡Me encantan sus primos! A saber qué cara ponen cuando se enteren... Ernie me ha asegurado que no va a proclamar nada, pero tampoco vamos a escondernos. Está convencido de que sus primos ya lo veían venir, y no harán más bromas de lo habitual.
Y no se equivoca.
Durante la estancia final de Ernie en mi casa, mi madre nos pilla tonteando cerca de la piscina. Nada serio: empujoncitos, agarrones, amenazas con los morritos puestos. Me doy cuenta de que nos está mirando porque empieza a partirse de risa ella sola, con las toallas que nos había traído aún en sus brazos, hasta que sale mi padre a ver a qué se debe el barullo, y entre los dos nos acaban sonsacando la verdad. Imagino que las miradas que nos echamos a veces a la hora de comer son suficientemente incriminatorias, pero la base de sus sospechas, según mi padre, es que a nuestros 17 años, dos maromos de nuestra estatura (sobre todo la de Ernie) que son capaces de pasar una semana tras otra en los meses del caluroso verano en mutua y exclusiva compañía sin comentar ni una sola vez lo buena que está la vecina o la actriz de la película de la tarde, una de dos: o son unos alelados ultra introvertidos (y dado mi carácter, queda descartado), o son gays.
"Esto es culpa del Equipo-A, si lo sabré yo. Tantos años pendiente de las andanzas de cuatro hombres solitarios que sólo se tienen mutuamente para-"
"Papá, no desbarres."
"¿Eres consciente de que eres el último espécimen capaz de preservar el apellido de nuestra familia?"
Sólo tengo primas y viven tan lejos que apenas nos tratamos.
"Bueno, ¿y qué? No se va a acabar el mundo por ello, ¿no? "
"Al menos me consuelo porque alguien se preocupará de llevarte por el camino responsable en nuestra ausencia," le sonríe mi madre, sentados ya los cuatro bebiendo limonada en la terraza.
"Gracias, Señora Finch-Fletchley. No le quepa la menor duda."
"Bebe y calla, Macmillan," le digo yo, dándole una colleja para acabar dejando mi mano en su nuca, como si tal cosa.
Esa noche nos encontramos una caja de condones y un bote de lubricante en la mesilla. Ernie enrojece hasta la punta de los cabellos cuando le explico para qué sirven.
Mis padres son la monda.
Los adoro.
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¡Hufflepuff Existe!
FanfictionJustin, asúmelo: Estás atrapado en Hufflepuff con toda su fauna y flora. Lo peor que te puede pasar es que te mueras de aburrimiento. Y lo mejor... siempre termina cuando uno menos se lo espera. Pero siempre habrá un amigo cerca para recoger tus ped...