Como no podía ser menos, lo primero que hago al llegar al comedor tras saludar a todos mis compañeros, achuchar a Hannah, abrazar a Susan y estrechar masculinamente la mano a Ernie (quien casi me la aplasta, antes de ceder a sus impulsos y darme un abrazo de oso que casi es), es ir a estrechar la mano a Harry Potter (creo que lo hice unas diez veces, no estoy seguro) con tanta efusividad que casi le arranco el brazo, y a pedirle perdón mil veces por haber dudado de él.
Potter parece muy feliz de verme, y yo me sorprendo al no sentir las mariposas en el estómago que antes aparecían inequívocamente al estar a menos de un metro de él. Tampoco se me suben las tripas al pecho cuando me mira y me sonríe, y de verdad que no entiendo a qué se debe este cambio, pero me parece muy saludable.
Weasley y su hermana pequeña (la ex-poseída) me han mirado mal, no obstante. ¿Cómo explicarles que lo único que siento ya por su héroe es admiración y gratitud? No merece la pena. Es más divertido así.
Antes de regresar a mi mesa saludo a Nick-casi-decapitado y le doy las gracias por haberme servido de escudo y salvado la vida. Con una reverencia, Nick responde:
"A su servicio, señor Finch-Fletchley. Espero que esto me sirva como mérito para entrar en la caza decapitada. Qué inconveniencia que el basilisco petrifique con la mirada y no arranque cabezas de un mordisco, ¿no le parece?", antes de flotar hacia otro lado para seguir dialogando con Percy Weasley.
No me pilla de sorpresa la noticia de que Lockhart se ha desmemorizado a sí mismo y ha tenido que ser internado en San Mungo. Ni tampoco el rumor de que era el fraude humano más grande desde Mili Vanilli. ¡Menudo chasco se va a llevar mi madre cuando se lo cuente! Voto por quema de libros en hoguera. Invitaré a más compañeros a la barbacoa.
Cuando Dumbledore ha anunciado que se suspendían los exámenes como compensación al año de pesadilla que habíamos tenido, lo primero que pienso, como casi todos, es: "¡GENIAL!", pero luego caigo en la cuenta de que los de quinto y séptimo curso ponen cara de circunstancias: ¿Qué va a pasar con los exámenes de aquellos cuyo futuro inmediato depende de sus calificaciones? ¿Permitirá el Ministerio algo semejante? ¿Hará Dumbledore una excepción con los exámenes oficiales? La prefecta de Ravenclaw, Penélope Clearwater, tiene cara de querer tirarle a Dumbledore la bandeja del pudding a la cabeza (y eso que a ella aún le queda un año); por su parte a Granger, en la mesa de Gryffindor, parece que se le ha caído el mundo encima; y, sin ir más lejos, a mi vera, Ernie frunce el ceño y maldice por lo bajo, al tiempo que Hannah se agita como un fraggle entusiasmado a mi otro lado.
Colin no pierde la ocasión de acercarse a nuestra mesa con su flamante cámara recién reparada. Cedric y yo accedemos a hacernos una foto juntos (exigiéndole a cambio copias de todas las que nos haga), y luego Ernie se pone a mi otro lado; después se une Hannah apoyada sobre mi cabeza; luego acude el equipo de quidditch; seguidamente el resto de mi curso, luego las chicas solas, luego los chicos, luego el fraile y Nick, luego los dos fantasmas conmigo en medio escenificando el momento de mi petrificación, con el fraile haciendo de basilisco; y así hasta que Colin (y yo cuando me dé las copias) se hace con el mejor álbum de Hufflepuff que se haya hecho en la historia, estoy seguro de ello.
Bueno, no creo que a nadie más que los de nuestra casa le interese...
Miento, dos Ravenclaw ya le han pedido todas en las que salga Cedric, sickles en mano. ¿Millicent Bullstrode también? Ojojó, menuda sorpresa. Colin está exultante. Piérdete Malfoy, no permitiré que Creevey te venda mi petrificación fingida para que la uses... comoquiera que las uses. Y no, esta vez no quiero pensar que se la quiera llevar al baño. Creo que todo mal gusto tiene un límite, incluso en el caso de un Malfoy. ¿O quizá no? Colin me cuenta que le ha pedido también esa en la que salen Cedric y Ernie conmigo, ¡será envidioso!
Las celebraciones continúan la tarde siguiente en la sala común de Hufflepuff, donde vuelvo a ser achuchado, agasajado, estrujado, hinchado a preguntas y luego exigido ferozmente a componer una oda a mi odisea para la bandurria.
Tras arrojarles efectos especiales desafinados a los inoportunos fans musicales, me dedico a charlar con todo el que se me acerca, siempre flanqueado por una Hannah emocionada hasta la náusea y un más que pegajoso Ernie, y bajo la silenciosa, reconfortada y reconfortante mirada de Cedric.
Qué extraño resulta que te hayan echado tanto de menos cuando para ti sólo ha pasado una nanosiesta.
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¡Hufflepuff Existe!
FanfictionJustin, asúmelo: Estás atrapado en Hufflepuff con toda su fauna y flora. Lo peor que te puede pasar es que te mueras de aburrimiento. Y lo mejor... siempre termina cuando uno menos se lo espera. Pero siempre habrá un amigo cerca para recoger tus ped...