When you gonna realize, it was just that the time was wrong, Juliet?

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(*Traducción: "¿Cuándo te vas a enterar de que simplemente era el momento equivocado, Juliet?". Letra de Romeo & Juliet de los Dire Straits)


Ni siquiera los exámenes nos desaniman esa última semana.
Exámenes que terminarán justo el día de la prueba.
Exámenes de los que Cedric, como campeón, se libra.

"Qué morro tienes..."

"Calla y estudia," me dice, sentado a mi lado en la biblioteca la víspera.

No ha venido para estudiar, está aquí única y exclusivamente para hacerme compañía, para pasar el rato conmigo. Y, si hiciera falta, echarme un cable con alguna duda. Ernie, por su parte, está hoy en la otra punta de la mesa.

Cedric ha aprendido un truco tan estúpido como eficaz de un chaval muy gracioso al que se lo comentó un Gryffindor, que consiste en rociar un círculo alrededor de la zona donde se piensa estar, para que cualquier persona ajena a propósitos exclusivos del lugar (en este caso, la biblioteca), sienta al cruzarlo un insoportable hedor a cebolla frita, a sobaco resudado, a hamburguesería en hora punta (claro que eso no lo conocen tantos), que se marcha por donde ha venido.

Quién sabe (porque ni nos preocupamos de contar al cabo de un rato de risas por lo bajo) a cuántas chicas espantamos con semejante estratagema. Y aunque Krum no es lo mismo que Cedric (quien sigue ligando más que Fénix en todos los capítulos del Equipo A juntos), se van luego a ver a Krum; pero Krum está tan mohíno porque Granger lleva días que no aparece por estar ayudando a Potter, que o las ignora o las bufa, y luego termina por irse, con esos andares tan peculiares que tiene.

Como la prueba no va a ser hasta mañana sábado, y realmente Cedric no puede hacer ya más de lo que ha hecho, salvo descansar, decide acostarse pronto esa noche. A todos les parece razonable y nadie duda de sus intenciones. Los demás charlamos un rato con optimismo en la sala común después de terminar de repasar, y no tardamos en imitarlo.

 Los demás charlamos un rato con optimismo en la sala común  después de terminar de repasar, y no tardamos en imitarlo

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De madrugada, como habíamos pactado en el baño antes de acostarnos, Cedric viene a buscarme a mi dormitorio. Sabe que Ernie sospecha y que es el único que podría escucharme salir, así que tampoco le preocupa. Me despierta con un beso de los que dan ganas de tirarle a la cama y montárnoslo allí mismo, pero su prudencia puede más que la mía y tira de mí para llevarme a la sala común.

Cedric se sabe ya los hechizos de precaución tan al dedillo, y su magia ha avanzado tanto, que los puede ejecutar mientras me baja el pijama con los dientes. Suave, lenta y concienzudamente, me hace el amor junto al brasero, echando por una noche a los cuatro vientos toda esa aprensión que a menudo le impide hacer nada entre nuestras cuatro paredes más familiares. Pero hoy es un día especial, y él quiere aprovechar hasta el último rayo de luna en la ventana falsa para mirarme, besarme, acariciarme, y susurrarme algunas de esas idioteces que siempre me hacen reír por fuera y derretirme por dentro.

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