No puedo describir con palabras la impaciencia que siento ahora mismo. Necesito que vuelva, necesito abrazarle. Pero sé que falta poco, ¡falta muy poco!
Cuando deje a la fachada de la noche, cuando baje hasta aquí, cuando todo el mundo desaparezca...
Total nada...
Cuando por fin llega, me escondo detrás del respaldo para que no me vea. Para que me busque.
"¿Habéis visto a Justin?" pregunta tras unos instantes a Hannah, Susan y Zacharías.
Sentado entre las dos, el rubiales está más ancho que largo, aunque no haga más que quejarse de eventos molestos si con ello hace reír a las chicas. Ernie se pone en pie, se despide de todos y se marcha al dormitorio. Desde que volví del invernadero ha estado muy serio.
Nada más regresar al baile, Ernie me ha mirado de arriba a abajo, me ha preguntado que dónde me había metido y, al asegurarle que no me había ido con Pansy (lo cual era obvio porque ella seguía lloriqueando detrás de un mohíno Draco), se le ha quedado la expresión torcida en vez de animada.
Cedric ha sido prudente y ha vuelto unos minutos después. Chang ha tenido la decencia de acudir a él nada más verle para volver a bailar juntos, dejando atrás a un buen séquito de franceses con el corazón roto.
Hemos pasado el final del baile haciendo el tonto y charlando entre amigotes, y en el último momento se nos han unido algunos Gryffindors de nuestro curso, encabezados por un triste y abandonado Neville, con el que nuestras chicas se han volcado, porque Susan y Hannah le tienen un cariño especial.
Dean Thomas y Seamus Finnigan se han puesto a hacer el payaso y bailar juntos para animarle y para, en apariencia, llamar la atención de sus parejas. Pero ellas no parecían hacerles mucho caso, y a ellos tampoco parecía importarle demasiado. Por la forma en la que Finnigan mira a su amigo Thomas, creo que entre esos dos hay algo, unilateral o compartido.
Al final, los desparejados nos hemos cansado y hemos regresado a casa mientras los demás procedían a la embarazosa separación con beso sí o beso no o qué sé yo. Vamos, que no quería quedarme a ver cómo se despedía Cedric, si podía evitarlo.
Lo bueno es que esta vez soy yo el que tiene un pacto: hasta final de curso, tengo que tragar con Cho. Por Cedric, por mí y por los dos. Una vez se apague el foco del torneo, Cedric será otra vez libre para hacer lo que le plazca. Si entonces se atreve... Pero no quiero ponerme en lo peor, en la vida hay que ir con optimismo y mirando hacia delante.
"¡BU!" salto saliendo de mi escondite delante de sus narices antes de que nadie pueda responder. Cedric me empuja con el dedo y caigo hacia atrás en mitad de mi pantomima fantasmagórica. Por suerte, sus reflejos de buscador le permiten agarrarme de los brazos antes de escogorciarme contra el brasero, y devolverme a mi posición erecta.
"¿Por qué has tardado tanto?"
"Porque tenía que contarle a Potter el secreto del huevo."
"¡¿Y por qué demonios se lo has dicho!" se escandaliza Zacharías en el acto.
"Porque así ahora estamos en paz," responde tranquilamente nuestro capitán.
Y se sienta a mi lado mientras rememoramos los mejores momentos de la noche y las anécdotas de sus protagonistas.
"¿¡Pansy Parkinson!?" exclaman a la vez Hannah y Susan cuando Zacharías les cuenta la escena en los lavabos.
"Y dale," me llevo las manos a la cara.
Medianoche. Con los dedos, lentamente, cuento los minutos que tarda en desalojarse la sala común. Hannah y Susan. Zacharías y dos compañeros del equipo. Los de séptimo. Cuatro rezagados que lloraban sus desamores en una esquina. La mano de Cedric se acerca a la mía.La una de la madrugada. No queda nadie más. Cedric murmura un hechizo que apaga las luces generales de la sala común, y que solo conocen los prefectos. El reloj se mueve suavemente, las plantas murmuran somnolientas, las estrellas del techo encantado brillan sobre nuestras cabezas. Las manos de Cedric ya están sobre mis cabellos; su corazón, bajo mi oído. No queremos hablar, no es el momento. Nuestra respiración es agitada y mi emoción se desborda. Las manos de Cedric comienzan a bajar: mi cara, mi cuello, mi torso debajo de mi túnica. De forma lenta, pero segura, Cedric explora su nuevo territorio. No tenemos prisa por dar ningún paso. El mundo es nuestro y la noche es larga.
Las dos de la mañana. Lo miro y lo vuelvo a mirar. Cedric cierra los ojos y respira con calma. A veces parece que está dormido, pero en realidad está sólo relajado. Sus manos siguen acariciándome la espalda de arriba a abajo y de abajo a arriba, por debajo de la ropa. Mi cabeza reposa sobre su hombro y mis labios no se cansan de repasar la línea del cuello y sus labios. Hace rato que ninguno ha avivado el brasero, porque ya no hace falta. En un momento en que abre los ojos, sin poder contenerme le susurro al oído con mi mano trazando círculos en su mejilla:
Boy, you look so pretty to me,
like you always did,
like the Spanish city to me,
when we were kids.Cedric gira la cabeza bruscamente y me besa con ganas. Con sus manos sobre mis nalgas me aprieta contra él, y yo hago lo mismo. Pese a las capas de ropa que nos separan, mi cuerpo entero se enciende como nunca lo había sentido. Ambos gemimos furtivamente e intensificamos el roce, hasta ver fuegos artificiales bajo mis párpados cerrados. Cedric se ocupa luego de ambos con un hechizo, pero no nos separamos ni un milímetro.
Las tres de la mañana y nos estamos durmiendo. Beso a beso, cada vez más espaciados, nos vamos dando las buenas noches.
Las seis de la mañana y Cedric me despierta con uno de esos besos que reaniman princesas. Me aprieta fuerte, me susurra cosas. Y yo estoy tan dormido que apenas las recordaré al día siguiente. Vuelvo a cerrar los ojos.
Las ocho de la mañana y salta la alarma que mi precavido capitán había colocado, como la otra vez, solo que ésta se activa nada más abrirse la puerta de un dormitorio en el piso de abajo. Se acabó la noche y toca incorporarse. Consigo deslizarme a los baños mientras que Cedric regresa a su cuarto. Me lavo la cara y subo a desayunar. Lleno el estómago y luego caigo muerto, pero feliz, en mi cama.
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¡Hufflepuff Existe!
FanfictionJustin, asúmelo: Estás atrapado en Hufflepuff con toda su fauna y flora. Lo peor que te puede pasar es que te mueras de aburrimiento. Y lo mejor... siempre termina cuando uno menos se lo espera. Pero siempre habrá un amigo cerca para recoger tus ped...