El Fantasma de la Ópera

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En mitad de la noche me despierto de golpe empapado en sudor. Mejor no cuento lo que he soñado. No era nada bonito.

Ernie sigue roncando plácidamente a mi lado en su cama. Lo agito un poco mientras chasqueo la lengua para que se dé la vuelta y respire mejor, pero sólo consigo que me agarre el brazo y no lo suelte. Con la cabeza en el extremo de su almohada y el cuerpo atravesado en mi propia cama, el sueño vuelve en pocos instantes.

 Con la cabeza en el extremo de su almohada y el cuerpo atravesado en mi propia cama, el sueño vuelve en pocos instantes

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El domingo nos lo tomamos con calma.

Por la mañana yo escribo a Susan y Ernie escribe a Hannah para comentar sobre el asunto de Harry, y también para contarles nuestra aventura en Londres.

A mediodía nos llega respuesta de Hannah, para Ernie, y carta de Zacharías, para mí. Me escribe muy indignado porque Hannah le había escrito ayer <<toda eufórica SÓLO para contarme lo del maldito niño Potter. ¿Y a mí qué diablos me importa si vuelve al colegio o no? ¡Por mí que le parta un rayo de nuevo, hombre! Estoy aquí muerto del aburrimiento porque todos se han ido de vacaciones menos mi familia; porque nadie se acuerda de mí, nadie me manda una maldita carta, y cuando por fin recibo una, y encima de ella, sólo es para esto. Estoy de una mala leche que no te quiero ni contar, que ya tienes lo tuyo. Siento mucho descargarlo contigo, tío, pero es que de verdad, esto es un puñetero rollo.>>

Para consolarlo, le cuento someramente en qué consisten mis vacaciones de agosto, con plan de estudio incluido. Y su desesperación social se hace patente cuando recibo respuesta poco después de comer, con un escueto:

<<Jo, tío, no sabes lo mucho que me ha levantado la moral saber que hay alguien que está aburriéndose AÚN más que yo.>>

Me abstengo de desmentirlo. Pero en realidad quisiera decirle que gracias a eso mantengo la moral alta, que gracias a eso cada día tengo un motivo para levantarme y moverme. Y también quisiera señalarle que, aunque el mensaje de Hannah fuera intrascendente para él, al menos se lo mandó ayer mismo, nada más enterarse de los hechos por Susan. A Ernie no le ha escrito hasta hoy, y sólo como respuesta a la de Ernie. Eso también dice algo de Hannah.

El resto de la tarde transcurre como cualquier tarde de domingo en la sala común de Hufflepuff, salvo la película de la tele que nos tragamos entera, en modo zombie por el cansancio acumulado tras la intensa escapada del día anterior. Al terminar, apago la tele antes de que vuelva a atraparnos, y desempolvo por fin la guitarra de casa para tocar un par de canciones y ensayar una nueva, con Ernie a mi lado en el sofá leyendo uno de los libros que compró ayer.

 Al terminar, apago la tele antes de que  vuelva a atraparnos, y desempolvo por fin la guitarra de casa para tocar  un par de canciones y ensayar una nueva, con Ernie a mi lado en el sofá  leyendo uno de los libros que compró ayer

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