Fiesta de pijamas en el comedor

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Veamos. Se supone que debería estar ahora mismo sobadito en mi cama; pero no, estoy durmiendo en un saco de dormir de color morado en el suelo del gran comedor, con Ernie roncándome en la oreja (debe de estar un poco resfriado, porque en verano dormía como un bendito) y toda la escuela apiñada a nuestro alrededor.

¿Que cómo hemos llegado hasta aquí? Pues porque a Sirius Black no se le ha ocurrido mejor día para invadir el colegio que la noche de Halloween.

Han encontrado rajado (o más bien reducido a pedazos) no sé qué retrato que sirve de acceso a la sala común de Gryffindor, y a su ocupante traumatizada en otro cuadro. ¡La que se ha armado es fina! Nos han traído a todos aquí mientras rastrean el colegio para asegurarse de que Black ya no está entre sus paredes; y han puesto de guardias (niñeras, más bien) a varios profesores y a los prefectos, con su general el delegado Percy Weasley.

Pobre Cedric. Después de la paliza de hoy, no le dejan dormir. No hay galeones suficientes en el mundo para pagar a este chico como prefecto. Está bien, seré justo: ni a la prefecta tampoco, que ella también ha estado al pie del cañón todo el día (y brindando con cerveza de mantequilla como la que más).

Al menos tenemos un magnífico cielo estrellado ahí arriba. Hasta puedo hacerme a la idea si quiero de que hemos terminado la excursión acampando fuera. Y sin pasar frío. ¡Qué buena forma de terminar un día ya de por sí redondo!

No hago más que rememorarlo todo, todo, todo.

Y de chistar a Ernie suavemente para que deje de roncar. Claro que con eso lo que consigo también es que se gire y se quede con un brazo encima de mi saco.

"Ernie, que pesas."

"Gññ," responde.

Pero no se mueve.

Si el año pasado era la Cámara de los Secretos, ahora nadie se quita de la boca a Sirius Black

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Si el año pasado era la Cámara de los Secretos, ahora nadie se quita de la boca a Sirius Black.

 Las más absurdas teorías se debaten acaloradamente por los pasillos y en las comidas durante toda esa semana, pero creo que se lleva la palma la de Hannah, quien se pasa toda una clase de Herbología tratando de convencer a propios y extraños de que Sirius Black es capaz de convertirse en un arbusto florido para camuflarse y entrar sin problemas en Hogwarts.

"Claro, Hannah, a nadie le parecería raro ver un arbusto moverse por los pasillos. Pasaría totalmente desapercibido, " le respondo. A lo mejor resulta que ha visto los dibujos del Coyote y el Correcaminos en casa de sus abuelos muggles.

"¡Pero tiene que usar algún tipo de disfraz mágico! Si no, no es posible, Justin. Y en eso hasta Ernie está de acuerdo conmigo, ¿verdad?"

"Errr... Absolutamente, Hannah."

"¡Y tiene que ser algo que no llame la atención dentro del recinto de Hogwarts! ¡Algo que pase por la puerta delante de las narices de los dementores!" prosigue entusiasmada, aunque pocos la escuchan.

"¿Los dementores tienen nariz?" pregunta Seamus Finnigan, quien no deja de reírse junto a Dean Thomas.

"¡Burlaos, burlaos! ¡Pero algún día se demostrará que llevo razón!"

"No te preocupes, Hannah," le doy una palmada en el hombro. "Yo sí tendré cuidado con todos los arbustos extraños a partir de ahora."

"Eso, eso, que es el lugar favorito de los reptiles para esconderse," añade un compañero. No me hace gracia pero suelto una risa forzada.

Me fijo en que Potter parece preocupado, y no me extraña: Es su cuello el que está en juego, básicamente.

Me fijo en que Potter parece preocupado, y no me extraña: Es su cuello el que está en juego, básicamente

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Últimamente no deja de llover y el próximo sábado es el primer partido de la temporada. Por ello los equipos no tienen más remedio que entrenar duramente bajo semejantes condiciones adversas. Los de Gryffindor tienen además el bonus de la presencia de Madam Hooch para la seguridad de Potter.

Inesperadamente, sin embargo, se cancela el partido Gryffindor contra Slytherin. Con el pretexto de que su buscador aún no se ha recuperado del todo de la lesión que le produjo el hipogrifo (mentira podrida, lo que pasa es que no quieren jugar bajo la lluvia), han solicitado un aplazamiento del encuentro. ¡Así, de buenas a primeras!

Cedric está un poco estresado, pero no permite que se le note en el campo, porque si no están perdidos. La última vez que Hufflepuff jugó contra Gryffindor no duramos ni diez minutos.

"¡No hemos entrenado lo suficiente!" se desahoga conmigo el viernes por la noche, sentados en el sofá más apartado de la sala común, mientras la mayoría de nuestros compañeros aún están en el comedor y otros adelantan deberes en las mesas del otro lado de la sala. "¡No estamos preparados todavía para Gryffindor! ¡Quería que fuera un duelo épico! ¡El mejor de todos! Pero Flint le ha echado morro y se ha quedado con el duelo con Wood para el partido final."

¿Conque es por Wood, eh?

"Tranquilo, capitán, que todavía podéis tener un duelo épico mañana.  Sólo tendréis el equipo, el tiempo y el clima en vuestra contra."

Cedric suspiró.

"Para colmo, los de Gryffindor no hacen más que señalarme por el pasillo. Y no me refiero a las chicas. Aunque me esfuerzo por que no me afecten, duele oír ciertos comentarios, Justin. Y encima es mi primer partido con el equipo."

"Míralo por el lado bueno: no podéis hacerlo peor que la última vez."

"¡Eso está por ver!" murmura cuando algunos de los del equipo regresan de cenar y se acercan para sentarse con nosotros, cabizbajos y pensativos.

Zacharías tiene un brillo furioso en los ojos.

"¡Maldito Malfoy! ¡Malditos Slytherins tramposos! ¡Y maldita sea la lluvia!"

Fuera truena de forma sobrenatural y la que cae es tal que con suerte mañana inaugurarán el Water-quidditch.

El resto del equipo permanece en silenciosa concentración hasta que uno a uno van cayendo y se marchan hacia sus dormitorios.

Ernie termina sus deberes (no sé por qué hoy Lupin no ha podido dar clase y el malvado de Snape se ha hecho cargo y nos ha mandado una estúpida redacción para el lunes por la mañana sobre los hombres lobo, que no sé ni por dónde empezar sin mezclar la realidad mágica con la ficción cinematográfica) y se acerca para preguntarme que si me voy a la cama ya. Miro a Cedric, que sigue con la cabeza y las manos apoyadas en las rodillas, en modo rezo-tapanariz y concentrado en un punto fijo en la pared.

"No, me quedaré un rato más. Buenas noches, Ernie."

Ernie se queda parado unos instantes hasta que por fin responde y se va.

Cuando el reloj de la sala común toca la medianoche, la prefecta se acerca a nosotros para llamarnos la atención sobre la hora y recordarle a Cedric que mañana tienen un partido importante y que es mejor que duerma lo suficiente.

Cedric la obedece en el acto. Se levanta como un resorte, me rodea el cuello con el brazo, y me guía escaleras abajo, dedicándome un escueto "que descanses" antes de soltarme para dirigirse al dormitorio de su curso.

¡Hufflepuff Existe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora