CAPÍTULO 16: EL RETORNO DE LAS HADAS

16 6 5
                                    


No me lo esperaba. La verdad es que no me esperaba que saliera adelante. Pero aquí estamos, en el Cabeza de puerco, una veintena de alumnos de todas las casas, los prefectos de quinto curso, y ningún Slytherin. Esto último era lo único de esperar.

¿Que cómo hemos llegado hasta aquí?

El sábado por la mañana, después de desayunar, de perder de vista a Zacharías, quien se ha marchado con algunos de su curso, y de hacer cola para salir de los terrenos de Hogwarts, nos encontramos en la misma entrada de Hogsmeade a los hermanos Creevey, que campean felices cogidos de la mano y riendo por alguna razón que no tardamos en averiguar.

"¡Hey, Justin!"

"¿Qué hay, Colin? Hola Dennis... uh... ¿Dennis?" de pronto caigo en la cuenta de algo. "Oye Colin, ¿tu hermano no es aún menor para salir?"

Se miran y siguen riendo.

"¡Ese tonto de Filch!" exclama Colin sin parar de reír. "¡Nos ha dejado salir a los dos sin poner ninguna pega!"

"¡Como somos casi igual de pequeños, habrá pensado que somos mellizos! ¡Ja,ja, ja!"

Ernie está a punto de decir algo con cara muy seria, pero me adelanto y le susurro:

"No los reportes, anda. Déjales. Total, viendo a Colin, el canijo no va a crecer mucho en un año."

"¿Vosotros también vais al Cabeza de puerco?" pregunta Dennis con entusiasmo.

"¿Cómo que también? No me digáis que Hermione se lo ha contado a un par de pulguillas como vosotros."

En vez de ofenderse, sacan pecho orgullosos:

"¡Pues claro que sí! ¡Nosotros somos los más leales fans de Harry que hay en Gryffindor! ¿Verdad, Colin?"

"La verdad es que sólo me lo dijo a mí," me confiesa por lo bajo, mientras Hannah le sigue la bola al enano con paciencia. "Pero no iba a dejarle fuera de esto. En realidad hoy sólo me había acompañado hasta la puerta para despedirme, pero luego Filch nos ha dejado pasar a los dos inesperadamente, y hemos aprovechado. Qué suerte, ¿verdad?"

No puedo evitar reírme. Ernie no parece muy convencido, pero se muerde la lengua. Los seis reemprendemos la marcha hacia la recóndita taberna.

"¿Por qué no habrán elegido Las tres escobas?" pregunta Colin.

"Porque es un sitio demasiado concurrido," responde Ernie. "Ése fue el argumento de Hermione. Aunque en mi opinión, cuanto más concurrido, más desapercibidos pasaríamos. Pero mi opinión no contó."

Pasamos Zonko, de donde vemos salir a los gemelos Weasley con su inseparable amigo Lee Jordan, el locutor de los partidos, y llegamos por fin a la puerta de la taberna. Las tres cazadoras de gryffindor están a punto de entrar.

Lo primero que nos llama la atención del Cabeza de puerco es la tremenda suciedad y el ambiente lúgubre que se respira en una habitación que huele a corral, a esa parte del zoo en la que guardan a los animales de granja para que los niños de ciudad como yo entren en contacto con la vida del campo. Pero aquí me da que sólo vamos a entrar en contacto con un montón de bacterias. El trapo que acaba de dejar caer el barman (quien por las barbas me recuerda a Dumbledore, solo que en guarro) lleva acumulada la inmundicia de varias décadas.

Además de una bruja nariguda de luto junto a la chimenea, una momia gris bebiendo junto al mostrador, y dos encapuchados en un rincón, el grupo más numeroso lo constituyen nuestros compañeros. Sentados esperan ya el Trío maravillas de Hogwarts y sus amigos Gryffindors (salvo Seamus Finnigan, que no está junto a su inseparable Dean Thomas, ¡qué raro!), así como las Patil, la innombrable y su acólita más asidua, y Luna, que me saluda con la mano antes de volver a su estudio intensivo del techo del bar (a saber qué bichos estará buscando o, lo que es peor, encontrando).

¡Hufflepuff Existe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora