Si uno no quiere dejar de llorar, nadie más le puede consolar

15 5 0
                                        


Cuando llega diciembre, a los prefectos les hacen colaborar en las tareas de decoración del castillo. El año pasado por esas fechas me resultaba difícil seguirle la pista a Cedric, sobre todo porque todavía no estábamos del todo juntos, pero con Hannah y Ernie es imposible no notar cuándo tienen que ausentarse por cualquier obligación.

Susan está muy dispersa, y alguna vez la he visto dispersarse con Terry Boot por el patio. Me da que estos están a punto de caramelo.

Zacharías se encuentra muy liado estos días con los entrenamientos del equipo, pese al frío. El próximo partido será el de los nuestros.

A veces me siento a solas en la biblioteca, otras con Ernie y Hannah, otras junto a los mayores, según estén. Sigo manteniendo la amistad con los compañeros de Cedric, especialmente con su aliado de dormitorio, ése al que pillamos en la ducha con otro chico que ya se ha graduado, pero con el que me cuenta que se verá en la próxima salida a Hogsmeade. Muchas veces paso de estudiar y me junto con otro bardo hijo de muggles para aprender de él alguna canción más moderna.

"Que estás pasado de moda, Justin," me dice.

"Hay cosas que nunca pasarán de moda."

"Si no te digo que toques algo más actual, pero por lo menos algo de no más de cinco años, diez, no sería mucho pedir."

A menudo tocamos temas de películas. Eso no podemos hacerlo con los pura sangres que sólo conocen canciones mágicas. Pero como todas tienen su encanto, alternamos a petición del público. Es lo bueno que tiene, que nos podemos adaptar. Y me gusta que haya más participación.

El grupo de estudios muggles este año está menos activo, con eso de que algunos se han ido, y otros, como yo, están en quinto o, peor, séptimo. No es que los exámenes me afecten demasiado, lo confieso, pero el caso es que se apiadan de mí y preguntan a otros, o sólo vienen cuando nadie más les puede resolver las dudas. O lo que tienen no es una duda, sino ganas de hablar conmigo.

Hay niñas que no se rinden. Una ha bautizado a su planta en mi honor.

Horror y pavor.

Sigo echando mucho de menos a Cedric, creo que a estas alturas huelga  decirlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sigo echando mucho de menos a Cedric, creo que a estas alturas huelga decirlo. Pero ahora que estamos en diciembre y recuerdo los acontecimientos del año anterior con el dichoso baile, y la cantidad de inquietudes y frustraciones que trajo, me doy cuenta de lo libre que estoy de ellas.

Ahora sé que Cedric me quería de verdad, que me valoraba por encima de muchas cosas (jamás me atrevería a decir que de todas, aunque el cáliz así lo estimó), y que estaba dispuesto a sacrificar mucho por mí.

Pero a estas alturas también estoy ya lo bastante sobrio y despierto de ilusiones como para entender que la vida juntos habría estado llena de trabas. Si habríamos sido capaces de superarlas y seguir juntos es algo que nunca sabremos. Pero trabas, ¡incontables!

¡Hufflepuff Existe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora