𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

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𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄𝚆𝙴𝙻𝙲𝙾𝙼𝙴 𝚃𝙾 𝙷𝙾𝙶𝚆𝙰𝚁𝚃𝚂

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𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄
𝚆𝙴𝙻𝙲𝙾𝙼𝙴 𝚃𝙾 𝙷𝙾𝙶𝚆𝙰𝚁𝚃𝚂

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La concurrida estación de King Cross era algo demasiado nuevo y angustioso para ella. Estaba acostumbrada a las silenciosas tardes junto a la chimenea leyendo, o los calurosos veranos disfrutando de observar a su padre hablarla de pociones, hechizos y Hogwarts.

Lechuzas, ratas, gatos y hasta sapos se paseaban entre los niños que abrazaban con fuerza a sus padres antes de partir al castillo, o hermanos menores llorando por querer ir antes de tiempo. Ella estaba sola con su equipaje y una capa negra que la quedaba un poco más grande de lo que debería. Pasaba como una sombra entre la gente, oculta tras sus mechones oscuros por los nervios que la causaba no poder alcanzar aún la entrada a la locomotora escarlata.

— ¡Diculpe! — de nada la servía aquella disculpa tras el fuerte golpe que recibió por parte de una mujer bajita y pelirroja-. ¡Oh, cielo, perdóname! ¿Te encuentras bien? Deja, te ayudo con ese baúl... ¡Charlie, ven a ayudar!

Si ya era lo suficientemente vergonzoso, ahora un chico más mayor estaba ayudándola con su equipaje y la señora no paraba de preguntar si estaba bien. Por si fuera poco, un grupo de pelirrojos la rodearon de inmediato. Quiso tirarse a las vías del tren.

— ¿Es tu primer año? — asintió, queriendo coger sus cosas y huir—. Te ayudo con tu maleta, se ve pesada.

— Puedo sola, gracias — mentira, pero no quería ayuda por orgullo.

— Una chica te ha rechazado, Charlie.

— Será toda una experiencia para ti — completó su gemelo. Impaciente tomó su equipaje y salió a paso rápido, perdiéndose entre las personas. Era vergonzoso, y además eran personas ruidosas. Ella odiaba a las personas ruidosas.

Un prefecto de Ravenclaw (eso decía su uniforme) la ayudó a subir el baúl, y la indicó amablemente que había compartimentos vacíos algo más al fondo. Se encerró en el primero libre que encontró, abrazándose a la tela de su capa oscura y cubriendo la ventana del compartimento para que creyeran que estaba ocupado ya. No estaba preparada para ser rodeada de más niños ruidosos, solo quería ir a Hogwarts para ver a su padre y estudiar todo aquello que la contaba en las noches frente a la lumbre.

Por la ventanilla de la locomotora vio como el grupo de pelirrojos se despedía de la mujer, y dos niños más pequeños lloriqueaban para ir con sus hermanos mayores. En total, contó cuatro hermanos en la locomotora y dos por entrar en los años siguientes. Eran realmente una fábrica de niños, ella que era hija única y no tenía a nadie más que su padre sintió que se sentiría horrible tener tantos hermanos. Menos atención, más cosas que compartir, más ruido. No, ella estaba bien siendo solo dos en casa.

El viaje fue corto para ella, escuchando de vez en cuando gritos y risas por el pasillo. Una mujer la ofreció comprar golosinas, pero no tenía hambre debido a la pregunta que la asaltó a mitad de trayecto: ¿a qué casa pertenecería? Su padre fue Slytherin, y su madre... No tenía ni la más mínima idea. No conocía ni su nombre, aunque tampoco era algo que la quitase el sueño. Estaba muerta, y no la conoció. Sus recuerdos estaban siempre protagonizados por la seria compañía de su padre, de vez en cuando compañeros de su trabajo (como el anciano Dumbledore, quien siempre trató de llenarla de dulces).

Cuando llegó la noche y tuvieron que subir a los botes en grupos, ella quedó algo rezagada buscando algún hueco. El guardabosques Hagrid la miró con lástima, y la invitó a su bote al ver que incluso la miraban raro al querer acercarse. Pálida, de mechones negros que la cubrían su mirada oscura, nariz ganchuda y vestida con una enorme capa negra. Parecía un fantasma, y resaltaba por su mala imagen frente al resto de niños.

— ¡Soy Hagrid, el guardabosques! — extendió su enorme mano. Ella no hizo más que un gesto de sorpresa cuando el bote se tambaleó, y estrechó de vuelta su palma (aunque eran tan grandes en comparación a las suyas que se vio ridículo).

— Eden.

— Eden... Me recuerdas a alguien, Eden — pensó, comprobando que ningún niño se hubiera caído al fondo—. ¡Ya sé! Eres la adorable niñita que venía con su padre a Hogwarts.

— Papá no quiere que la gente lo sepa — dijo, mirando el castillo al fondo—. Supongo que si él lo dice es por algo.

Sonrió levemente a la niña, aunque seguía tan seria como desde que la vio buscando un bote. No se emocionó por las vistas del castillo, tampoco se ilusionó cuando McGonagall les recogió a la entrada. Incluso en la selección, ella esperaba pacientemente su turno mirando de reojo el cielo estrellado, completamente libre de nubes.

— ¡Prince, Eden!

Avanzó a paso rápido para evitar ser observada de más, y apenas miró a la jefa de Gryffindor cuando colocó el Sombrero Seleccionador sobre sus mechones azabache con una mirada que la enviaba ánimos.

Vaya mente más curiosa que tienes, niña. Una gran ambición, una curiosidad y creatividad sin límites, y una fuerte idea de lealtad y trabajo duro digna de Hufflepuf... Te pareces mucho a tu madre, oh, que mente más brillante.

— ¡SLYTHERIN!

La mesa verde estalló en aplausos ante su llegada, y solo cuando se sentó entre dos alumnos mayores que la dieron la bienvenida con grandes sonrisas de orgullo, miró a su padre. Él ya estaba con su mirada puesta en ella, y asintió con un suave reflejo de sonrisa. Rogers, Tina fue seleccionada a Hufflepuf, y más tarde Spinnet, Alicia a Gryffindor. Los niños avanzaban de manera interminable, y ella solo quería cenar.

— ¡Weasley, Fred!

Uno de los pelirrojos se sentó, aunque de inmediato se levantó cuando nada más rozar sus mechones naranjas el sombrero gritó Gryffindor. Sin haber sido llamado, su gemelo se sentó con una enorme sonrisa. Él tardó medio segundo más en ser seleccionado, aunque fueron recibidos entre risas y aplausos en la casa de los leones. Tan solo quedaban Wiggins, Isaac y Zurich, Daniel (Ravenclaw y Slytherin, respectivamente) para que Dumbledore se pusiera en pie.

— ¡Bienvenidos a un nuevo año en Hogwarts! —alzó su voz con un hechizo,retumbando entre las paredes de piedra y velas colgantes—. Antes de comenzar la mejor parte de la bienvenida me gustaría dar la bienvenida al profesor Quirrell, quien impartirá Defensa Contra las Artes Oscuras. Me gustaría recordar también que está prohibida la entrada al Bosque Prohibido — aplaudieron por compromiso al profesor que se puso en pie—. Ahora sí, ¡a comer!

Y la comida apareció en sus platos de oro. Sonrió apenas al ver el humeante pollo y platos con verduras cocidas, llenándose el plato. Nadie la habló como al resto, aunque se sintió cómoda debido a la tranquilidad de la mesa. En comparación a Gryffindor, quienes gritaban por encima de Hufflepuf y Ravenclaw, aunque tal vez se debiera a esos dos pelirrojos que molestaban a sus hermanos mayores.

Eden supo que esos dos serían un problema, pero no era algo que la debiera preocupar porque jamás se acercaría a ellos.

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𝗣𝗢𝗧𝗜𝗢𝗡 ━ 𝐹𝑟𝑒𝑑 𝑊𝑒𝑎𝑠𝑙𝑒𝑦 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora