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Eden jamás había vivido un inicio de clases en familia, mucho menos con la familia Weasley, y el panorama que se encontró superó por completo sus expectativas de lo que creía conocer acerca del caos.
Fred y George, obsesionados con hacer todo con magia, hechizaron su equipaje para hacerle ir directamente al vehículo sin esfuerzo. El problema era que no sabían controlar muy bien esa clase de hechizos, y acabaron golpeando a Ginny mientras bajaba las escaleras. Rodó por dos tramos de escaleras, y acabó en el suelo del vestíbulo adolorida. Ahora, tanto la señora Weasley como la señora Black gritaban escandalizadas.
— ¿Te sigue doliendo? — agradecía llevar siempre pociones de primeros auxilios.
— Ya no — negó la pelirroja. Entonces, mostró una sonrisa de oreja a oreja—. Ha sido alucinante.
La azabache negó con media sonrisa, sin poder creerse que Ginny se hubiera recuperado tan rápido del susto y pareciera querer volver a intentarlo. Era una Weasley después de todo, y sabía por experiencia que lo que tenían de pelirrojos lo tenían de dementes.
— Hermanita, ¿has sobrevivido? — los gemelos se aparecieron uno a cada lado de su hermana menor. Ginny quiso aparentar estar enojada, pero simplemente les dio un puñetazo a cada uno en el estómago y soltó una risa a la que se unieron tras recuperar el aire—. Deberías haberte visto rodar escaleras abajo.
— Esta os la guardo — amenazó—. Menos mal que tu novia es más responsable que tú.
— Eden es la cordura de la relación — rodeó sus hombros, sacudiendola levemente—. Creo que sin ella habríamos muerto de alguna explosión.
— Definitivamente — murmuró, mientras tiraba de ellos para salir de una vez de la tenebrosa casa. Los gritos de la señora Black quedaron silenciados en cuanto pusieron un pie en la calle, y jamás se había alegrado tanto de ver una paloma. Paloma que fue espantada por Sirius cuando pasó corriendo cual animal—. Se comporta mejor como perro que como humano.
Tardaron veinte minutos en llegar a King's Cross a pie, y en ese rato no ocurrió nada más que Sirius asustando gatos para hacer a Harry reír. De manera disimulada entraron a la estación, y esperó pacientemente a que entraran también los gemelos, Lupin y la accidentada Ginny. Quería despedirse del hombre lobo antes de subir al tren.
— Informaré a Dumbledore de lo de Sturgis — afirmó Moody—. Es la segunda vez que no se presenta en una semana.
— Cuidaos mucho — dijo Lupin, acencandose a ellos. Estrechó manos a todos, aunque cuando se acercó a Harry le dio una palmada en la espalda. Por último, se acercó a Eden. Sonrió con cariño, apoyando una mano en su hombro—. Recuerda que también debes disfrutar tu último año, Eden. No todo es estudiar.
— Con Fred y George no será ningún problema recordarlo de vez en cuando — ladeó media sonrisa—. Cuídate, Remus.
— Sí, no te metas en líos y ten los ojos bien abiertos — le aconsejó Moody, acercándose a remover su cabello—. Y esto va por todos: cuidado con lo que ponéis por escrito. Si tenéis dudas, no se os ocurra escribirlas en vuestras cartas.
