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La mañana del día de la final del Torneo tenía a todo Hogwarts, incluidos extranjeros invitados, completamente eufóricos. Para Eden podría haber sido un día más, si no fuera porque sabía que había algo oscuro rodeando esa final. Moody/Crouch no había vuelto a tener ninguna clase de actividad sospechosa con ella, Potter seguía tan pálido del miedo como cada día en el que arriesgaba su vida y tras un intensivo interrogatorio Eden concluyó que había suficientes medidas de seguridad.
Krum no estaba inquieto, pero sí extraño. Hablaba aún menos que de costumbre, no se juntaba en la biblioteca a charlar como siempre y las pocas cosas que decía sonaban extrañas. Lo atribuyó a los nervios por el Torneo y la incesante presión de Karkarov sobre él.
— ¡Buenos días a la mejor novia del mundo!
— ¡Por Merlín, Fred! — chilló, llevándose una mano al pecho por el susto. El pelirrojo soltó una carcajada—. ¿No podrías haberme saludado como una persona normal?
— Esconderse y saltar gritando sonaba mejor — aseguró. Apretó sus mejillas haciendo morritos, sumamente entretenido con el ceño fruncido de la azabache—. Buenos días, Eddie. ¿Sabes que en el camino hacia acá una Ravenclaw ha tratado de coquetear conmigo? — el ceño de Eden se frunció aún más por el tono cantarín del Weasley, y apartó de una vez su mano.
— ¿Y eso es relevante porque...? — comenzó a caminar, sintiendo como la seguía de cerca.
— Bueno, mi tipo con las chicas inteligentes — comenzó—. Morenas, y con cara de lanzarte un maleficio si sigues bromeando sobre otra chica.
— Suerte encontrando a alguien más inteligente que yo.
— ¡Woah! — exclamó, deteniéndose y tomando su mano para detenerla también—. Creo que nunca te había visto celosa. Me gusta.
— No estoy celosa — replicó—. Yo soy tu novia, no ella. ¿De qué debería sentirme celosa?
— Porque me ha coqueteado.
— Y si tú coqueteas de vuelta te dejo. Y no eres tan estúpido como para hacerlo.
Fred soltó una risita, colocando los rostros a la misma altura. Eden alzó una ceja ligeramente por su gesto de diversión, sabiendo que estaba pensando en alguna estupidez que decir.
— El día que te deje ir, Eden Snape, será el día que deje este mundo — ladeó ligeramente la cabeza, contemplando la mirada de la Slytherin con suma atención—. Probablemente te cansarás tú antes de mí.
— No me cansaré de ti, Fred Weasley — aseguró con un tono bajo y confidencial.
— Lo sé, soy irresistible — Eden le dio un manotazo en el hombro por arruinar el momento—. Tenemos planes juntos, y por nada del mundo los dejaría tirados.
