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Jamás creyó que se encontraría tan preocupada por el idiota de Fred Weasley y sus maquiavelicas ideas. ¿Habría llegado bien a Londres? ¿Algún muggle les habría visto sobrevolar Reino Unido en escobas? Seguro que su madre les mataría en cuanto llegaran triunfales a La Madriguera.
El pantano portátil fue todo un éxito, y con el permiso de Eden, comenzaron a poner sus tres nombres en los productos que creaban. En la etiqueta de Sortilegios Weasley se podían leer sus ingredientes, modo de uso y, por supuesto, el nombre de los creadores: F&G Weasley, E. Prince. Algunos sospechaban algo debido a la complejidad de los productos, y el hecho de que no hubieran roto la relación a esas alturas. Antes temía por la reacción de su padre, pero ya no era importante.
— Prince, ¿tienes...?
— Habla con Lee Jordan — interrumpió, atenta a sus apuntes—. O escribe una carta a la dirección de Sortilegios Weasley en Londres.
A medida que pasaban los días, la tensión por los exámenes aumentaba. Se encontró a sí misma en una nube imperturbable de concentración, adquiriendo toda la información posible con toda clase de métodos de estudio. Fred y George escribían cada día, también Lupin.
El hombre lobo no dejaba de darla ánimos con dulces y chocolates sin lactosa, consejos y copias de sus perfectamente redactados apuntes de cuando estaba en Hogwarts como ella. Alastor envió una carta el fin de semana anterior al primer EXTASIS, y volvió a animarla a convertirse en auror como su aprendiz. Le escribió de vuelta diciéndole que se motivase él a aprender pociones, y no recibió otra carta más.
El día de su cumpleaños, el último viernes de mayo, recibió regalos de todos. Todos, menos de su padre. Incluso Alastor y Tonks se habían coordinado para hacer un regalo. Sus amigos en Hogwarts hicieron una pequeña celebración, y al día siguiente continuaron estudiando con su estricta rutina.
— No puede ser tan malo — se mintió a sí misma Angelina, abrazando sus desordenados esquemas de Historia—. Estoy más nerviosa que antes de la final de Quidditch de quinto.
— Como suspenda mamá me matará — susurró Alicia, mientras Lee hacía ejercicios de respiración a su lado—. Papá me dijo que si aprobaba todo podría pasar unas semanas con Lee...
— ¡Respira hondo, Ali! — exclamó repentinamente Jordan—. ¡Concentración, tenemos que ir a ese viaje!
— ¡Deja de presionarme, Lee, idiota!
Azriel y Eden se lanzaron una mirada. Estaban relativamente relajados, aunque Eden jugaba con el envoltorio de uno de los chocolates que Remus la había enviado esa misma mañana con todos sus más sinceros ánimos. Sentía que estaba ahí con ella, con su aura pacífica y sonrisa serena. La carta de Fred y George llegó en una lechuza junto a otra carta de ánimos por parte de sus suegros, y eso solo pudo darla más confianza en aprobar con Excelentes.
