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A pesar de que no soportase ver a los gemelos, debía admitir que ese aula aislada y abandonada del último piso era perfecta para sus pequeños experimentos que de vez en cuando terminaban en explosiones leves o burbujeos tóxicos.
Fred y George Weasley aprovecharon la tarde del sábado para disculparse por su comportamiento en Pociones (Eden no les creía en absoluto) y enseñarla el aula que descubrieron. Ella también aprovechó para explicarles acerca de la poción de la risa, y no se cansaron de soltar exclamaciones sobre lo asombrosa e inteligente que era hasta que llegaron al aula mencionada. Se quedaron a su lado y probaron la poción por un frasco que cargaba en ese momento (los sábados por la tarde estaban reservados para sus experimentos en el despacho de su padre), y después de un largo rato riendo no dejaron de anotar con las cabezas demasiado juntas más ideas para esa poción. Según George, un invento así no se podía desperdiciar en unos simples bombones.
Eran ruidosos, hacían bromas raras que a veces no entendía y sabía que se reían con Lee Jordan de los intentos de humillarla del resto de alumnos sin molestarse demasiado en intervenir. Aún así, sus ideas eran oro puro para explotar, y ella misma se descubría aportando a nuevos inventos mientras su cabeza buscaba hechizos y pociones adecuados. Descartaban aquellos imposibles, y ampliaban los que se veían simples. Eran un buen equipo de trabajo. Ellos eran la imaginación, ella el conocimiento.
Octubre llegó en un parpadeo, y la primera salida a Hogsmeade fue algo que la vino de maravilla para poder pasear por el castillo y ponerse al día con su padre.
Su paseo era una joya pacífica sin alumnos chillones, pero para su mala suerte coincidió en una esquina con Potter. El chico siempre se veía sospechoso y resentido a sus ojos, motivo por el que la azabache no le soportaba demasiado. En primer curso acusó a su padre hasta el cansancio de algo de lo que no era culpable, en segundo generó el caos con Lockhart y ahora estaba alterando el ritmo del castillo por simplemente existir y tener un asesino tras él.
Y él la odiaba de la misma manera, o eso parecía por como devolvió una mirada afilada en su dirección.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó, queriendo tener una excusa para acusarle de alteración del orden público-. Si no vas a Hogsmeade debes estar en tu Sala Común.
- ¿Y tú? No estás en ninguno de los dos lados - devolvió la acusación.
- Soy prefecta, Potter - señaló su insignia-. Ya veo que tus gafas no enfocan correctamente. Vuelve a tu sala común.
- ¿Me vas a acusar con Snape, Acusica?
- Mocoso de cara rajada, tenme más respeto o...
- Harry, Eden.
Lupin parecía haber escuchado más que su casi amenaza contra el bebé salvador del mundo mágico. La mayor se enderezó, alzando la frente para mirar a ambos con seriedad. Realmente no tragaba al ojiverde.
