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El aroma de las pociones era variado. Algunas olían bien, como la Amortentia, y otras incluso poseían un aroma tóxico. La poción multijugos tenía un olor horrendo, aunque al igual que la Amortentia variaba según la persona en la que uno deseara transformarse. Sutil, pero una suave variación.
— Ese Potter de nuevo está robando en mis armarios — pronunció con rabia Severus esa misma mañana, girando entre sus dedos un vial de Veritaserum.
— ¿Qué ha desaparecido? — se puso en pie olvidando los deberes de Herbología, yendo directa a los armarios con cierta curiosidad.
— Piel de serpiente arbórea africana — musitó— y crisopos, principalmente.
— Poción multijugos — asoció de inmediato. Snape asintió, mirando de reojo a su hija analizar todo a su alrededor—. ¿Por qué motivo Potter querría poción multijugos? No es posible librarse del Torneo disfrazándose de otro.
— No profundizo más allá de sus incoherentes motivos para delinquir, Eden.
Sin embargo, ella sí. Harry no estaba robando ingredientes, pero había otra persona que se estaba beneficiando de la poción. Sacó de uno de los bolsillos de la túnica un pequeño bote, y ante la mirada confundida de su padre roció el líquido incoloro en el suelo, justo en la puerta del armario.
— No cierres la puerta con magia esta noche — pidió—. Si el ladrón vuelve, sus huellas y pasos quedarán marcados y en función de sus zapatos y manera de caminar sabremos quién es.
— ¿Qué producto es ese? — extendió la mano, y la azabache le lanzó para que le atrapara—. ¿Spray reconocerobos? ¿De dónde has sacado esto?
— Fred y George — el Slytherin alzó las cejas con cierto excepticismo—. Es infalible, encontraré al ladrón en cuanto tenga sus rasgos.
Severus devolvió el ridículo producto a su hija, y volvió a guardarle en su túnica. No dijo absolutamente nada ante ese producto ridículo y la cercanía con los creadores, decidiendo dejarla entretenerse con la investigación. Su curiosidad era voraz y difícil de satisfacer, y si encontraba entretenimiento en averiguarlo no la detendría.
Eden volvió al día siguiente, y justo como había predecido, había marcas mágicas en el producto invisible. Su padre comprobó los armarios, y de nuevo faltaban productos de poción multijugos. Recogió las pruebas volviendo a rociar el spray, y los pasos de las marcas de zapatos se reprodujeron exactamente como había ocurrido esa noche. Eden supo quién era de inmediato, mas guardó silencio para presentar pruebas contundentes al director Dumbledore.
— Jamás creí que ayudaríamos a Eden a delinquir — susurró emocionado Fred, vigilando el pasillo mientras ella se colaba en el despacho de Moody—. ¿Todo bien ahí dentro, preciosa?
