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Como siempre, Potter se salía con la suya.
No sólo había causado una fuga doble (el hipogrifo condenado con Sirius Black sobre él), sino que además los Snape habían acabado perdiendo ese casi privilegio. Furioso, Snape acabó diciéndoles a todos los Slytherin que Lupin era un hombre lobo, y la presión había sido tanta que Lupin había renunciado pacíficamente.
Mientras tanto, Eden se resentía al tener que estar sentada frente a los Weasley y Jordan a la espera de que la broma hiciera efecto. No solo serviría para promocionar sus productos, sino que sería una maravillosa despedida de Hogwarts. Eden quería arrepentirse de estar ahí, pero en el fondo la emoción era una sensación nueva que adoraba poder experimentar. Para su suerte, su padre estaba en el despacho.
El postre comenzó, y en cuanto las primeras personas comenzaron a comer, todo se llenó de fuertes carcajadas incontrolables. Fred se giró de inmediato a mirarla, señalando con emoción a la gente que ya había probado los dulces alterados por la poción de la risa. La Slytherin apartó la mirada, centrándose en comer aquello que no tenía poción.
Los profesores comenzaron a sospechar algo, pero incluso ellos mismos acabaron consumiendo accidentalmente los dulces y riendo a pleno pulmón. Fred y George se pusieron en pie atrayendo toda la atención, y debido a que no podían ser castigados al estar ya en el último día, hablaron con voz firme y divertida.
— ¡Bombones de la risa, para unas risas dulces! — exclamó George, haciendo una exagerada reverencia. Peeves, asomado con curiosidad por el ruido, aplaudió entre risas.
— ¡Solo en Sortilegios Weasley, para cualquier encargo escriban a la dirección de los panfletos publicitarios bajo las mesas! — y exactamente como había planeado Lee, bajo las mesas había carteles con el surtido de materiales ya preparados con una fiabilidad del cien por cien. Las cartas llegarían a los Weasley, y ellos le enviarían a ella otra para solicitar más productos. Sería un verano entretenido.
A pesar de que muchos estuvieran furiosos por haber sido afectados por tal broma, la mayoría veían aquello como una proeza y un producto revolucionario. ¿Cómo podrían haberlo hecho los Weasley? Nadie se explicaba como todo el Gran Comedor estaba riendo, ya que nadie conocía de la recién creada Poción de la risa.
En la mesa de Gryffindor, el ya graduado Percy Weasley se trataba de contener las carcajadas para regañar a sus hermanos menores sin éxito, algo que le causó especial gracia a los gemelos. Incluso Dumbledore había probado el postre alterado, y todos en la mesa de profesores se deshacían en carcajadas.
Era una buena despedida de curso.
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El despacho del profesor Lupin jamás había estado tan vacío. No había pequeñas criaturas en jaulas esperando a ser mostradas a alumnos, tampoco cajas con libros o algo que no fueran maletas viejas y algo rotas.
