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Ser Premio Anual era más complicado de lo que se imaginaba en un principio. Repartir horarios, cuadrar patrullajes, controlar a los prefectos, asistir a reuniones, atender dudas de estudiantes, mediar conflictos... Fred de inmediato olvidó por completo ese pasajero deseo de ser Premio Anual por su novia, y se centraba en darla ánimos y prometer causar el menor número de problemas posibles por ella. Mentiroso, simplemente se encargaría de que ella no se enterara.
Sin embargo, probablemente ese era el menor de sus problemas, porque ahora había uno de mayor calibre: Umbridge. Insufrible, una marioneta del Ministerio, cruel y absolutamente irritante.
— Es un placer, profesora Umbridge — expresó en aquella primera reunión con los profesores. Azriel no dijo nada.
— Que educada señorita —sonrió, marcando su voz chillona. Se esforzó por mantener un gesto sereno, aunque su padre y McGonagall no se molestaban en disimular su desagrado—. He oído grandes cosas de ti, Eden.
— La señorita Prince es una estudiante ejemplar —sonrió afable el director—. Al igual que nuestro Premio Anual Ravenclaw, el señor Burke.
Azriel sonrió forzosamente cuando la víbora rosa posó sus ojos en él. A simple vista, parecía un chico algo distraído y desarreglado. La corbata azul estaba medio deshecha, la camisa fuera de sus pantalones y sus mechones azabache lejos de un peine. A su lado, ella y su pulcra imagen parecían ser de diferentes mundos. Y ambos eran Premio Anual.
—Ha sido un día largo para nuestros chicos, nosotros continuaremos con la reunión — sugirió Sprout, tan dulce como siempre. Dumbledore asintió indicando que se retiraran, y tras compartir una mirada silenciosa con su padre salió del salón de los profesores.
Caminó en silencio mientras Azriel metía las manos en sus bolsillos de manera despreocupada, aunque segundos más tarde le escuchó soltar una risita. Genial, ahora estaba loco.
— Esa vieja arpía será todo un grano en el culo, ya verás —afirmó.
— Tal vez sea buena profesora —quiso convencerse a sí misma. Burke soltó un resoplido que sonó más como una risa irónica—. Si Lockhart no bajó mis notas, esa mujer tampoco lo logrará.
— Cierto, la perfecta estudiante Prince - recordó—. Dicen que la única vez que has visto un Supera las Expectativas ha sido en pesadillas.
— Y seguirá así —afirmó. Azriel asintió, deteniéndose en el pasillo en el que se debían separar para ir a sus Salas Comunes—. Mañana debemos repartir los horarios a cada prefecto. Yo me encargaré de Gryffindor.
— ¿Una Slytherin yendo con los Gryffindor voluntariamente? — no había ni un rastro de diversión o burla en los orbes grisáceos de la serpiente—. Está bien, déjame a mí los tejones.
