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La euforia tras el partido de Quidditch y la importante victoria de Gryffindor se esfumó cuando el tiempo de estudio se volvió lo más primordial. La biblioteca comenzó a llenarse, y muchos estudiantes preferían estudiar al sol de junio antes que quedarse encerrados. Eden siempre había sido una inquilina de la biblioteca, pero ese curso había decidido estudiar en la clase abandonada del último piso.
— Eden, ¿qué significa esto?
De alguna manera, Fred y George habían decidido estudiar también. No lo hacían tan seriamente como ella, quien pasaba horas y horas con la cabeza en los libros, pero sí se pasaban por ahí para estudiar y pedirla ayuda.
— Uhm... — leyó la parte que señalaba. Era un tema que había estudiado hacía tres días—. Se refiere a la última revolución del congreso de los magos del año 1785, cuando decidieron levantar temporalmente la prohibición del matrimonio mestizo.
— Oh, ¿eso? — asintió. George quedó conforme con la respuesta, y volvió a mantenerse en silencio. Ambos sabían que Eden apreciaba la tranquilidad más que nada, y por eso mismo no hacían más ruido del necesario.
La azabache suspiró de manera silenciosa, cerrando el libro teórico de Defensa Contra las Artes Oscuras. Había oído de McGonagall que era posible adquirir puntos extra en el examen práctico si conjurabas un Patronus. Ella sabía la teoría, además de que era capaz de generar una suave neblina, pero no tenía aún un animal diferenciado. Quería todos los puntos posibles, sorprender a los examinadores, ser la mejor de su promoción.
— Ya me he cansado — estableció Fred, atento a la expresión repentinamente frustrada de la Slytherin—. ¿Y si hacemos petardos de colores? Para despedir el curso y promocionarnos.
— ¿Ahora? — George se apuntó de inmediato, aunque ella era algo negativa—. Los TIMO empiezan la semana que viene, y quiero repasar un poco más el tema de Herbologia sobre...
— El descanso es también importante — pronunció como si fuera un sabio—. Igualmente, Eden, estoy seguro de que podrías dar tú misma la clase de Herbologia sin problemas con todo lo que sabes de plantas.
— Adulador — rechistó, mirando el libro de Herbología. ¿Sucumbir a las palabras persuasivas de Fred Weasley o seguir rompiendo su cabeza hasta la hora de la cena?—. Solo un rato.
— ¡Bien! — celebró, dejando los apuntes sin más y yendo directo a la mesa con pólvora y papelitos de colores para envolver. George ya estaba ahí, emocionado como un niño pequeño—. ¡Podemos hacer petardos de colores!
— ¡O con formas!
— ¡Ruidosos!
— ¡Que parpadeen!
Eden se colocó a su lado, atenta a la caja con pólvora que habían fabricado con cuidado. Pólvora negra, la más empleada y sencilla de hacer. Eden había estado experimentando con pociones para alterar la pólvora y cumplir las extravagantes peticiones de los Weasley.
