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- ¡Suma Inquisidora! ¡Te dije que debías cerrar la maldita boca!
- ¡No iba a permitir que torturase a mis hermanos!
- ¿Conoces acaso el autocontrol, Burke?
Azriel rodó los ojos, mientras Snape y Flitwick les miraban como si fueran un partido de tenis.
Después de recibir los reportes de Umbridge acerca del comportamiento impertinente de ambos Premios Anuales, no les quedó de otra que reunirse con ambos y escuchar qué había ocurrido. Ambos profesores estaban completamente de su lado, aunque les trataban de detener para poder darles aunque fuera cierta charla sobre las maneras de abordar un problema con una mujer como Umbridge.
- Oh, disculpa perfecta prefecta y Premio Anual por no cumplir tus estándares de orden -ironizó. Eden soltó una risa sarcástica, algo roja de la ira.
- Escúchame, pedazo de imbécil -se acercó a él, quedando ambos a centímetros. Estaban furiosos-. Si no sabes atajar un inconveniente de manera decente, sin gritos ni groserías, tal vez no valgas más que para ser un simple estorbo. Vuelve a cometer un error de estos, y te juro por Merlín que será la última tarea como Premio Anual que debas realizar. No me importa lo que digan los profesores o el mismísimo Dumbledore, porque no volverás a ser un jodido Premio Anual conmigo presente si no cumples tu deber correctamente.
- Ya basta, Eden - detuvo Severus, viendo colmo la situación se había salido de control-. Umbridge nos comentó que ambos irrumpisteis en su despacho exigiendo cambiar su método educativo sin ninguna clase de respeto.
- Respeto por esa maldita...
- Azriel - llamó el pequeño jefe de Ravenclaw-. No eres un niño, Azriel, ¿por qué te comportas así con Eden y Umbridge?
- ¡Porque esa maldita arpía está torturando a mis hermanos! - exclamó-. Nadie tocará a mis hermanos. Por encima de mi cadáver.
- ¿Torturar?
- Ha realizado ya esta clase de castigos con más alumnos -Eden era la serenidad en ambos-. La primera vez que fui testigo de ello fue cuando Harry Potter cumplió su primer castigo con ella tras reclamarla en clase el regreso del Señor Tenebroso. Emplea unas plumas de tortura y obliga a los alumnos a copiar frases hasta que quedan marcadas con sangre en su piel. La hermana de Azriel estaba hablando de algo que no le gustó a Umbridge y la castigó. Su mellizo se metió a defenderla y acabó castigado igual. No sé cuántos más han pasado por su despacho, pero no deben de ser pocos.
- Por Merlín -musitó boquiabierto Flitwick.
- ¿Qué les ha escrito en las manos a mis hermanitos? -susurró mirando al suelo. Eden le contempló. Estaba hundido, avergonzado y a la vez furioso. Realmente amaba a sus hermanos al punto de enfrentarse a la autoridad del ministerio con toda su rabia.
