Capítulo 1

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—Excelencia es hora de irnos —anuncio Harriet.

—De acuerdo.

Subí al carruaje y una ligera sacudida se hizo presente.

Un corto camino al palacio de la reina era una de las cosas que estaban en mi agenda, cada mes sin falta iba a entregar la nueva colección de joyas a su majestad.

—¿Tengo la tarde libre Harriet? —pregunté.

—Me temo que no excelencia —respondió mi sirvienta—. Debe asistir al baile de beneficencia de la señorita Elizabeth.

—¿Diste los fondos que pedí?

—Así es excelencia.

El carruaje se detuvo y el cochero abrió la puerta.

—Hemos llegado excelencia.

No importaba cuantas veces pasara por la misma entrada del palacio, siempre me deleitaba con admirar la estructura del edificio.

Esas imponentes puertas que había visto muchas veces se abrieron de par en par anunciando mi llegada.

—La duquesa de Helston —dijo un soldado—. Alexandra Hastings.

Caminé hasta llegar a su majestad e hice una reverencia.

—Majestad.

—Sea bienvenida duquesa.

—Le he traído su nueva colección de joyas reales.

Un grupo de mi compañía entró al salón cargando con cajas aterciopeladas, con sumo cuidado las abrieron revelando la delicada joyería de la reina.

—Zafiros y rubíes para eventos especiales y diamantes para negociaciones en el palacio —expliqué—. Tal como pidió majestad.

—Maravillosas piezas —exclamó la reina—. Por favor tome asiento, el té está listo.

Incliné un poco mi cabeza y seguí a la distancia a la mujer más poderosa de toda Inglaterra.

Sabía por qué la reina me había invitado a tomar el té, quería saber si iba a aceptar el puesto que me le ha propuesto a mi familia por generaciones.

—Joyas Helston ha tenido un notable crecimiento desde que asumió el cargo de su padre —comenzó la reina—. Sus conexiones han sido fructíferas en los últimos tres años.

—Le agradezco el reconocimiento majestad.

—Y dadas las circunstancias es que deseo saber si esas conexiones podían ser parte de mi... consejo personal.

Los aristócratas del mal, una sociedad que se encarga de los asuntos de la reina que no deben y no pueden salir a la luz.

Una sociedad a la que mi familia jamás ha querido pertenecer porque no usamos nuestras conexiones para eliminar las preocupaciones del bajo mundo de la reina.

—Me temo majestad que la respuesta sigue siendo no —respondí—. La familia Hastings se mantiene firme en lo que representa nuestro ducado y nuestro deber con las personas que dependen de nosotros.

Podía ver en el rostro de la reina su notable remordimiento hacia mi familia, a pesar de que cada heredero del ducado siempre se ha negado a pertenecer a su sociedad secreta, su majestad nunca ha prescindido de nuestros servicios; no hay mejor compañía de joyas que la que mis predecesores fundaron hace años.

Ambas tazas de té estaban intactas, las dos sabíamos que no estábamos aquí para tomar té.

—Espero con ansias su siguiente visita duquesa —anunció la reina.

Amarte en la oscuridad | Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora