Capítulo 17

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Nunca había visto la bodega de carga de un barco, era enorme, y con muchas cajas con las provisiones y repuestos que el barco pudiera necesitar, además de varios cargamentos pesados de algunos pasajeros.

—¿Cómo pudo llegar tan rápido hasta la bodega? —pregunté.

—Pudo haber trazado una ruta de...

Un tenue ruido se hizo presente muy cerca de nosotros.

—¿Quién está ahí? —exigió saber el conde apuntando su arma.

Ya que sabía que Lizzy no estaba cerca decidí sacar mi arma también. Con la luz de la lámpara de aceite revelamos que se trataba de Snake, el sirviente del conde.

—Mu-muy brillante —siseó—, dice Wordsworth.

—¿Qué haces en este lugar?

—La comida era exquisita, así que bajamos a compartirla con los demás —respondió—, dice Dan.

Mientras el conde interrogaba a su sirviente sentí un pequeño cosquilleo en mi pie izquierdo, bajé la vista y me sorprendió ver una de las serpientes del lacayo del conde.

Me hinqué con cuidado y acerqué con cautela mi mano para poder acariciarla.

—¡Duquesa! —gritó el conde—, ¡Snake!

Me detuve para tratar de que el animal se acercara por su propio instinto, y para mi sorpresa sus suaves escamas tocaron mi mano, sonreí fascinada, era una experiencia totalmente nueva.

De pronto un aura diferente apareció detrás de mí, era paralizante y aterrador. Tomé lo más delicado que pude a la serpiente y dejé que se deslizara con rapidez, y en mi pecho sentí el peso del cuerpo del conde haciéndome a un lado. Cuando volteamos a ver el cadáver nos dimos cuenta de algo importante.

—¡No es el mismo cadáver de hacer rato! —exclamé.

—¿Había otro más?

—Mire conde... es el emblema de la sociedad aurora.

—¡Happy! —intervino Snake—, ¡protegiste a Keats! Dice Dan.

Sonreí.

—Por supuesto —respondí—, lo haría por cualquiera de ustedes.

—Hay que seguir buscando a Stoker —intervino el conde—, Snake ve a... ¡Escucha cuando te hab...

Sin embargo, Snake estaba apuntando con su mano en otra dirección.

—La marca del pájaro... también esta en esas cajas —susurró—, dice Oscar.

Nos dimos la vuelta y el temor nos paralizó, filas de ataúdes con el emblema de la sociedad aurora estaban frente a nosotros.

—No puede ser... no es posible —musité—, son demasiados...

En ese instante, las cuerdas que mantenían cerrados los ataúdes se rompieron, y los cadáveres comenzaron a salir sin precedentes.

—¡Corran! —ordenó el conde.

Buscando la escalera de la bodega nos encontramos con otro grupo de cadáveres bloqueando la salida.

—¡Snake, cuidado! —grité.

Tomé mi arma y disparé justo en la cabeza de uno de los cadáveres que estaba por devorar al sirviente.

—¡Snake, lleva a la duquesa sobre esas cajas! —dijo el conde—, ¡deprisa!

El sirviente me ayudó con cuidado a escalar sobre el cargamento del barco, y cuando llegué lo ayude a subir.

Amarte en la oscuridad | Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora