Capítulo 24

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—¿No crees que las orejas son lindas Lexie? —me preguntó con emoción mi amiga.

—Por supuesto Lizzy —respondí con una sonrisa.

En el salón de la mansión del conde se encontraban sus personas más allegadas; el príncipe Soma y su mayordomo Agni, los sirvientes de la mansión, el hermano de Lizzy y yo. Mi amiga había organizado una celebración para festejar Pascua, y como siempre vestía de los más bellos colores.

Finalmente, el conde entró al salón, sorprendido de vernos a todos en su mansión. Lizzy corrió a ponerle también unas orejas de conejo en la cabeza, con la más tierna de las sonrisas.

—¿Y porque ellos están aquí también? —preguntó.

—Los dos juntos debemos celebrar Pascua —respondió Lizzy.

—Quizá adoremos a dioses diferentes, pero podemos celebrar con usted —dijo Agni.

—¿En qué consiste este festival llamado Pascua? —preguntó el príncipe Soma.

—En la Pascua, celebramos la resurrección de Jesucristo —respondió Sebastian—, la cual tuvo lugar tres días después de que él murió clavado en la cruz.

Mientras Sebastian explicaba las tradiciones que teníamos en estas fiestas, a la distancia veía como Lizzy se emocionaba al lado del conde, al poder pasar tiempo con él y disfrutar de su compañía. Sin embargo, el conde mantenía su contacto con mi amiga al mínimo, evitaba el contacto físico y el visual, y esa era una de las cosas que más la entristecían.

—¡Muy bien, ya podemos comenzar la búsqueda de huevos! —declaró Lizzy—, el día de hoy traje los huevos de Pascua especialmente decorados por mi padre.

A pesar de eso, Lizzy siempre tenía una sonrisa cuando veía al conde.

—¡Mira, Ciel! —chilló—, ¿este huevo pintado de flores no te trae recuerdos?

El conde la miró confundido. Y eso detonó un poco de incertidumbre en mi amiga.

—Ah... claro —dijo de inmediato—, perfecto, hay que dejar que los sirvientes los oculten.

Le dediqué una cálida sonrisa a Lizzy y eso la hizo regresar a la realidad.

—¡Ya sé! ¡Se me ocurre una gran idea! —exclamó—, ¡miren! ¡Estos dos son los huevos que Lexie y yo pintamos juntas! ¿No son adorables?

El huevo que Lizzy había pintado tenía color rosa pastel, y bonitas perlas que simulaban cadenas colgantes, y en la cima tenía un moño delgado hecho de listón dorado. Mi huevo lo había decorado con un color vino, y adornos plateados alrededor, para la punta había escogido una pequeña rosa blanca.

—¡Los esconderé en algún lugar de la mansión! —continuó—, ¡y aquel logre encontrarlos será el ganador!

—Me parece una maravillosa idea —coincidí.

—Hace mucho, ¡Ciel siempre era el primero en encontrar los huevos de Pascua que yo pintaba! —dijo abrazándolo—, ¡este año, también tienes que ser el primero en encontrarlo! ¡Y además el de Lexie!

—De... de acuerdo.

—¡Aguarda un momento! —intervino el hermano de Lizzy—, ¡no te permitiré conseguir el huevo de Pascua de mi hermanita! ¡Esto es un duelo, Ciel!

—¿No puedo objetar a esto? —preguntó el conde un tanto irritado.

—¿Eh? Eso suena muy sugestivo ¿no?

Un estruendoso ruido surgió de la ventana, rompiéndola en mil pedazos.

—El conde Grey.

—Ha pasado mucho tiempo.

Amarte en la oscuridad | Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora