Capítulo 63

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—Joven amo, señora Phantomhive, ya es hora de despertar.

Solté un quejido de cansancio y sentí la mano del conde frotarme la espalda.

—Buenos días —me dijo con una cálida sonrisa.

Le devolví el gesto.

—Buenos días conde —respondí.

—Buen día señores Phantomhive —anunció Harriet mientras traía el té.

Me dio un casto beso en los labios y supe que, aunque este día nos fuéramos a nuestra encomienda para ir al hotel de playa, sería un buen día.

—Hoy trajiste un Blend ¿no? —inquirió el conde.

—La señorita Brooke y yo coincidimos en que sería la mejor opción para calmar el estado de la señora Phantomhive —dijo Sebastian.

—No esperaba menos del esposo de mi señora —concedió Harriet—. ¿Ha tenido náuseas excelencia?

Negué con la cabeza.

—Fue una noche tranquila.

Ambos sirvientes se pusieron a preparar el té mientras ambos nos despertábamos del todo.

—Aquí tiene excelencia.

—Joven amo.

Le dimos un sorbo y fue un buen comienzo de mañana.

(...)

A la hora del desayuno, en mi mansión, se volvió una transición preparar una comida reconfortante y abundante cada que tuviera que acudir a hacer un mandado de la reina, y más en esta ocasión, donde nos encontrábamos muy limitados de movimientos y toda nuestra jugada dependía de los sirvientes del conde separados de su amo.

—La joven Katherine llegará una hora después de que usted se vaya excelencia —me informó Harriet—. Ya he preparado todo para su llegada, y los boletos del tren ya han sido comprados.

—Te lo agradezco mucho.

—También, ha recibido muchas cartas del pueblo de Helston esperando que tenga un buen viaje y deseándole éxito en su misión —agregó—. Me tomé la libertad de dejarlas en su estudio, para que, cuando usted vuelva pueda leerlas y responderles cómo se merecen.

Sonreí con melancolía.

Espero no separarme mucho tiempo de Harriet, debe ser muy difícil para ella verme partir sabiendo el riesgo de este viaje.

—Siéntate por favor —le pedí—. Hay algo que quiero hablar contigo.

Mi ama de llaves asintió y se sentó a un costado de la mesa.

—Tú sabes que eres más que un ama de llaves para mí, eres la mujer que me crio y la que me ha visto crecer todos estos años —comencé—. Y por encima de todo, ahora me tienes que ver partir hacia un lugar del que no sabes si voy a volver viva o no.

Los ojos de Harriet comenzaron a bailar, pero de inmediato vi cómo se forzó a mantener su compostura.

—Jamás dudaría de sus capacidades excelencia, creo fervientemente que usted volverá a salvo aquí, a la mansión de Helston —objetó—. Mi mayor deseo es verla crecer al lado de su esposo, y que, a diferencia de sus predecesores, pueda vivir una larga vida llena de felicidad.

—Lo sé, Harriet.

—Nunca le he pedido nada excelencia, en estos dieciocho años que llevo a su servicio nunca me he atrevido a pedirle algo —recordó—. Pero si usted me lo permite, solo por esta ocasión, me atrevo a pedirle que vuelva a salvo a su hogar, con su esposo y su heredero.

Amarte en la oscuridad | Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora