Capítulo 8

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Mientras Sebastian reemplazaba a uno de los estelares en el espectáculo, el conde y yo nos infiltramos en las tiendas de los superiores para poder investigar.

—Conde —le dije—. Esta es una foto de los estelares.

Le mostré la foto y la analizó por momento.

—¿Conoce a ese sujeto? —me preguntó.

—Me temo que no —respondí.

Entramos a la tienda de la domadora de bestias. Y como sospechaba el conde, el mismo hombre aparecía en todas las fotos del elenco cuando eran más pequeños.

—Mire conde —observé—. El letrero del fondo es un asilo para pobres.

—Por supuesto... Joker dijo que todos menos el tipo de las serpientes venían del mismo pueblo.

—En ese caso ese hombre podría ser un benefactor... y todos se encontraban en ese asilo...

En ese momento sentí una fugaz fuerza empujándome dentro del cofre que el conde y yo estábamos revisando.

¿Esos son pasos...? La señorita Beast.

Unos segundos después salimos del cofre con ayuda de Sebastian.

—Logré llegar a tiempo —anunció.

Le mostramos la fotografía a Sebastian para que pudiera analizarla mejor.

—¿Hay algo que te llame la atención? —preguntó el conde.

—De hecho, sí —respondió el mayordomo—. Ya he visto ese sello que lleva este anillo.

—¿Anillo? ¿Sello? —quise saber.

Sebastian señaló la mano del hombre que estaba en la foto.

—¿Puedes ver algo tan diminuto?

—Así es, si recuerdo bien, este sello... es el mismo que estaba grabado en la prótesis de la señorita Beast.

Todo se reduce a ese hombre...

—Joven amo es hora, es todo el tiempo que disponemos.

—Aún nos falta revisar la tienda de Joker —señaló el conde—. Aún contamos con ocho minutos.

¿Será suficiente?

—Sospecharán si no regresas —continuó—. Libera las serpientes en cuanto termine el encore y antes de que regresen los principales.

Dicho eso fuimos directo a la tienda del maestro de ceremonias, había cofres con vestuarios extravagantes y fotos con el mismo hombre, revisé su cama y vi una carta.

—Conde.

El sobre tenía el nombre de "Tom, el hijo del flautista". El chico abrió la carta y lo que había en ella nos sorprendió. Había toda clase de información del conde Phantomhive.

A lo lejos escuchamos al elenco regresar a sus tiendas, el tiempo se nos había acabado, teníamos que salir ahora si no queríamos que nos descubrieran. Salimos en silencio de la tienda y nos escondimos detrás de unas cajas de utilería.

—Oye tú... ¿qué haces aquí?

Debido a mi escondite esa voz no me vio, para la desgracia del conde a él si lo vio. Y ahora estaba en problemas.

Oh no...

Me moví en silencio para poder tener una mejor visión de la situación, y vi que la mujer le tapaba la boca son su mano.

—¡Snake!

El corazón me palpitaba tan rápido que creí que lo escucharían.

—Dejaste libre a una de tus serpientes —continuó—. Ya sabes que no debes dejarlas fuera de tu tienda.

Amarte en la oscuridad | Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora