Capítulo 54

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—Lady Alexandra... le estamos agradecidos por el favor que nos ha proporcionado —dijo Sebastian haciendo una reverencia.

—No hay necesidad de agradecerme —le dije—. No podía dejarlos en semejante situación, por favor disfruten de la cena.

Me senté a la cabeza de la mesa y observé cómo los sirvientes sonreían y babeaban por la deliciosa comida que estaba frente a ellos. En cambio, su amo se encontraba completamente trastornado, también se veía vacío y hundido en una especie de trance.

—Por favor, háblenme de sus planes —le pedí.

—Habíamos planeado escapar hacia el extranjero mientras la situación se enfriara —respondió el mayordomo—. Nuestra primera opción era Alemania.

—¿Alojarse con Lord Diedrich? —pregunté.

—Así es.

—Tengo algunos amigos en Alemania —recordé—. Puedo contactarlos y solicitar algunos favores para que sean recibidos allí.

—Pero un viaje como ese...

—Mi flotilla de barcos está a su disposición —me adelanté—. Cualquier cosa que necesiten sólo pídanla.

—¡Pero usted no puede pagar nuestro viaje!

El joven Phantomhive tomó con las manos un pollo asado de la mesa y lo devoró frente a todos. Así sucedió con cada platillo de la mesa, lo tomaba con las manos y se lo metía a la boca de forma tan vulgar que nunca lo había visto de esa forma. Estaba comiendo con tanta desesperación que creí que se ahogaría de tanta comida que metía a la boca.

—¿J-joven amo...? —artículo Finny—. ¿Qué le suc...?

—¡Cállense! —gritó el joven.

Toda la mesa estuvo hecha un desastre en cuestión de minutos.

—¡Cómo se atreve a aparecer ahora! —continuó—. ¡Y qué es eso de yo soy el conde Ciel Phantomhive!

Todos los presentes se callaron de inmediato y pusieron total atención a lo que el joven estaba diciendo.

—¡La reina me entregó el título a mí! ¡El que recibió la herencia de las tierras fui yo! —gruñó—. ¡El que se ocupó de la molesta misión de administrar como conde fui yo! ¡El que tomó todos los trabajos del perro guardián fui yo!

Golpeó con toda la fuerza que poseía la mesa. No sabía que tenía esa clase de fuerza.

—¡Durante estos siete años, nadie se había dado cuenta de que yo no era el verdadero! —declaró—. ¡Pero en el momento en el que aparece todos me dan la espalda!

Sus sirvientes estaban sorprendidos y un poco nerviosos de su conducta, jadeaba de la ira y luchaba por mantener una respiración adecuada.

—Es verdad que yo no soy Ciel —dijo en un tono más calmado—. Pero... el conde Phantomhive... ¡soy yo!

No pude evitar abrir los ojos de la sorpresa ante su declaración, era una determinación aún más impresionante que la que había mostrado anteriormente, era una determinación acompañada de ira y rabia.

—En ese caso no habrá necesidad de un barco —dije.

—¡Nadie dijo que escaparíamos! —declaró—. Si quiere pelear contra mí... ¡me aseguraré de regresar el espíritu de mi estúpido hermano mayor a su ataúd!

Cuanta determinación...

—Y también... las tierras y la mansión... y el título de conde Phantomhive... ¡los recuperaré!

Amarte en la oscuridad | Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora