La suave y lenta respiración del conde era una de las cosas que siempre me calmaba, me daba paz y me ayudaba a pensar.
Su pecho subía y bajaba lentamente, y su firme mano me acariciaba la espalda.
—Alexandra...
Alcé mi cabeza para verlo a los ojos.
—Yo... gracias por pelear por mi —susurró—. Gracias por estar a mi lado incluso ahora.
Sonreí orgullosa.
—Le hice una promesa mi querido conde —le recordé—. No me apartaré de su lado, aunque... aunque me lo pida no lo haré.
Él alzó las cejas sorprendido.
—No te puedo negar que la idea de tan sólo pensar que mi estúpido hermano te pueda... poner una mano encima... me causa arcadas —me dijo—. Pero... también sé que sin ti no podré hacerlo, si no estás a mi lado no podré protegerte, incluso de mí mismo.
—Conde...
—Pero soy egoísta y lo sabes, y por eso te pido que sigas a mi lado, aunque eso represente el peligro total de tu vida.
Los ojos le bailaban, buscando una respuesta, buscando alguna reacción de mi parte que le dijera algo.
Y lo único que pude hacer fue besarlo con suavidad.
—No tiene que pedírmelo conde —respondí—. Y le aseguro que no moriré a no ser que sea con usted.
—¿Usted planea... morir conmigo?
Me incorporé un poco y me recosté en su pecho.
—Ese es mi último recurso —admití—. En primera instancia no dejaré que usted muera.
El conde me rodeó con sus brazos poco a poco.
—Pero si llegara a suceder... me iría con usted —musité—. No quisiera vivir en un mundo donde usted no sea capaz de salvarme.
(...)
—Hoy hay una fiesta en el pueblo —le dije al conde—. Me gustaría que todos fueran a celebrar.
—¿Incluyendo los sirvientes?
—Mañana partimos a cortar los suministros de sangre que su macabro hermano usa para seguir caminando en este mundo —respondí—. Y no sabemos a qué nos podamos enfrentar, quisiera que antes de adentrarnos en el infierno podamos disfrutar un poco del cielo, si es que eso existe en verdad.
El conde me miró curioso y asintió divertido.
—De acuerdo, será interesante.
Sonreí satisfecha y lo ayudé a vestirse, recordé que una vez Harriet me contó que mi madre hacía lo mismo con mi padre cuando no querían despertar a los sirvientes.
Ambos salimos de mi habitación y nos reunimos con el resto de sus sirvientes.
—Espero que disfruten esta velada —dije emocionada.
—Usted ha hecho tanto por nosotros señorita Phantomhive —dijo Meyrin.
—No es ninguna molestia, no tengo previsto que me paguen mi ayuda —respondí con una sonrisa—. Es suficiente agradecimiento si están a mi lado con vida, donde los pueda proteger.
A Finny se le salieron algunas lágrimas.
Dos hombres de mi mansión abrieron las puertas y salimos a disfrutar un poco de la noche.
Había puestos de diversión de todo tipo, solicité puestos especiales para que los sirvientes del conde también se divirtieran, el olor de la comida deliciosa que los hombres de mis tierras preparaban era de mis cosas favoritas de los festivales.
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Amarte en la oscuridad | Ciel Phantomhive
FanfictionCada heredero de la familia Hastings ha arrastrado el hecho de morir al cumplir los 35 años, por el simple hecho de tener humanidad y reusarse a ser algo que no representa su ducado, pero ese hecho se desvanece cuando Lizzie hace reír a Alexandra en...