Capítulo 5

642 95 2
                                    

—¿Usted observa algo interesante duquesa?

—Nada que me obligue a regresarme —espeté.

Los tres entramos a la carpa del circo y tomamos asiento hasta atrás.

Que interesante lugar...

A mi alrededor todo se veía relativamente normal, la gente esperaba emocionada a que empezara la función, los niños comían dulces y en el lugar había un buen ambiente.

Al centro de la carpa apareció un interesante payaso.

—¡Damas y caballeros! —gritó—. ¡Niños y niñas! ¡Sean bienvenidos al circo del arca de Noé!

Comenzó a hacer malabares con las pelotas que traía en las manos mientras se presentaba, el truco duró muy poco cuando las pelotas le cayeron encima.

No es muy diestro en su área...

Por detrás de él llegó un tragafuego, con lo que se calentó toda la carpa, y luego sobre nosotros volaron dos niños trapecistas, seguidos de otro hombre con cuchillos en las manos.

No hay nada inusual en este circo... no hay nada que pueda incitar a alguien del público...

—No usan música o algo fuera de lo normal —dijo el conde.

—No hay nada de los niños que buscamos —secundó Sebastian.

—Los niños no son parte de la función —musité.

—Es bueno saber que está dispuesta a colaborar con su mente perspicaz, duquesa —siseó el conde.

—Sólo es una observación —contradije—. ¿No me trajo para eso?

Sin embargo, el conde no respondió.

—Parece que los niños desaparecidos y el circo son coincidencias.

El último número en pasar, y el estelar, fue una mujer que al parecer domaba bestias salvajes.

—Nos gustaría un voluntario de nuestro amado público para este número —declaró Joker.

—El último número tampoco tiene que ver con los niños... esta noche resultó una pérdida de tiempo.

El mayordomo se levantó de su asiento en silencio.

—¿Qué ocurre? —preguntó su amo—. ¿Qué fue lo que viste?

—¡El hombre de elegante abrigo! —gritó el presentador—. ¡Venga aquí por favor!

—¿¡Qué!?

—Conde —susurré—. Esa es la mejor forma para hacer contacto con ellos.

El niño me miró sombrado y se giró hacia Sebastian.

—Ve.

Este asintió y fue directo al escenario.

Aunque hay bastante público... ¿cómo le hará este mayordomo para obtener información?

—Excelente señor, ahora sea tan amable de recostarse aquí.

Pero el mayordomo se pasó de largo y fue directo a acariciar al enorme tigre que estaba al centro de la arena, por el rabillo del ojo vi la cara de asombro de su amo.

—¡Pero qué ojos tan maravillosos tienes!

—Que peculiar mayordomo tiene conde.

Y para sorpresa de todo el público el mayordomo seguía jugando con el animal, como si se tratara de un minino inofensivo. El conde estaba notablemente molesto por la conducta del mayordomo.

Amarte en la oscuridad | Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora