—Conde, su acento alemán es completamente inaceptable —me burlé—. ¿Que acaso no gusta de los idiomas?
—¡No me gusta leer mientras viajo en tren! —se excusó—. ¡Ya estoy mareado!
—Que falta de disciplina —intervino Sebastian—. Se comporta de esa manera frente a una dama, que además es su prometida, da vergüenza joven amo.
—¡Irreverente! La pronunciación del alemán es muy compleja —continuó—. Aunque no tengo problemas para leerlo, debería ser suficiente.
—Nunca creí que viviría para ver qué usted se conformara conde —objeté—. Y además... está muy confiado en que yo podré comunicarme con mis conocimientos del alemán, es usted muy peculiar.
—No contaba con que usted tuviera bastos conocimientos de diversos idiomas... mi estimada duquesa —dijo en voz baja—. Me aseguraré de darle la recompensa adecuada cuando estemos a solas.
Me aclaré un poco la garganta al escuchar tal declaración.
—En ese caso, espero una grata recompensa.
(...)
—¿Qué idioma está hablando? —preguntó nervioso el conde.
Intenté reprimir una risa.
—Es dialecto franco del este —respondí—. Es muy común en esta zona.
—¡Nadie dijo nada de un dialecto! —exigió—. ¡Ahora todo mi estudio resulta inútil!
—Lo básico es fundamental, conde —objeté—. Por otro lado, el caballero dice que no quiere morir por causa de la maldición de las brujas, no importa cuánto le paguemos, se niega a ir.
—Pregúntale si ha visto a los maldecidos, Sebastian —ordenó el conde.
Mi último viaje a Alemania había sido hace poco menos de un año, ya que algunos dignatarios estaban interesados en colocar una joyería de mi compañía en este país, las negociaciones se terminaron cuando me hicieron una oferta indecorosa que tuve que rechazar.
Mientras Sebastian conversaba con el hombre, me limité a escuchar su plática para poder comunicársela al conde.
—El caballero dice que sus rostros estaban hinchados y parecía que su piel se estaba derritiendo —traducí—. Una de las víctimas murió al instante, mientras que el que sobrevivió se volvió loco por el shock.
Me sorprendí al escuchar el relato del hombre.
—¿Qué sucede duquesa? —preguntó el conde.
—El hombre que sobrevivió y se la pasa repitiendo ya vienen los hombres lobo —respondí—. Ambas víctimas fueron trasladadas por unas personas especiales a un hospital mayor.
—¿Desea que averigüe a que hospital fueron trasladados? —intervino Sebastian.
—No, no hace falta —dijo el conde—. Hablar con alguien que se ha vuelto loco no servirá de nada, lo mejor es darnos prisa e ir hacia el bosque de los hombres lobo.
—Aunque ... el cochero ha dejado en claro que no importa cuánto se le pague, no nos llevará a ese lugar —recordó el mayordomo.
—Pues entonces pregúntale cuánto quiere por la carreta —respondió el conde con cierta malicia.
(...)
—La brújula gira sin control.
—Debe ser porque en el subsuelo hay grandes depósitos minerales —dijo el conde.
—Pero ¿y si... fuera la maldición? —inquirió el mayordomo.
No dije nada ante la aseveración.
—¿Usted también cree en eso? —quiso saber.
ESTÁS LEYENDO
Amarte en la oscuridad | Ciel Phantomhive
FanfictionCada heredero de la familia Hastings ha arrastrado el hecho de morir al cumplir los 35 años, por el simple hecho de tener humanidad y reusarse a ser algo que no representa su ducado, pero ese hecho se desvanece cuando Lizzie hace reír a Alexandra en...